Blogia
kamala in Patmos

Pensando

Se baja el telón

Se baja el telón

Cuánto tiempo hace que no escribo nada por aquí… pero es que, desde que terminé exámenes no he parado en casa, y cuando he estado, no me ponía mucho tiempo frente al ordenador.

La semana pasada estuve en la playa. Ha sido estupendo, lo necesitaba. Me he reído un montón y me he puesto morenita.

En cuanto al curso, no he terminado mal del todo, pero tengo que estudiar duro durante este verano para terminar la carrera. Qué bien suena eso… Incluso el otro día recibí una carta de la universidad en la que me enviaban información sobre cursos de posgrado. Parece que se va haciendo realidad, ¿no? Yo me encuentro con ánimos –a pesar de este calor mortal- y eso ya es bastante.

Pero todo esto no es la excusa verdadera por la que no escribo. Creo que mi blog, tiene los días contados…

Anoche, cuando no podía dormir, me di un paseo por él. Estuve mirando lo que escribí al principio, y me vi muy infantil. Leí mis posts favoritos, y algunas veces me asombré con ciertas expresiones o maneras en las que había contado las cosas. Me parece ajeno a mi.

Ahora no tengo mucho tiempo para llevar el blog como me gustaría, pero lo que más me apetece es cambiarlo de aspecto, y la tónica de lo que en él escribo.

Cuando entré aquí -y de eso anoche me di cuenta- no sabía cómo empezar. Por un lado, me gustan los blogs en los que la gente es sincera y cuenta su día a día. Eso les hace muy cercanos. Y así empecé yo. Hacía las “cinco del viernes”, y contaba cosillas de mi vida. Pero… no es lo que quiero. Es algo que en el fondo no me gusta, y me siento incómoda porque soy reservada para mis cosas. Realmente es lo más fácil. Sé que, en estos últimos meses, cuando no tenía tiempo de inspirarme, os hablaba de los chicos de inglés por ejemplo, que simplemente es soltar el rollo, y no es necesario pensar mucho. Así no dejaba pasar los días sin subir nada al blog, pero a base de no encantarme lo que colgaba...

Me doy cuenta de que escribo para los que me leen, no para mi, ni porque en realidad quiera hacerlo.

A veces habéis dejado comentarios que no me han gustado. Sé que lo hacéis por mi bien, y que son cosas dichas con cariño, pero… soy un pelín orgullosa, y no me gusta que me juzguen ni que me digan lo que debería hacer. Más que nada porque en la mayoría de los casos sé que actuando así no voy bien, pero me cuesta. Necesito mi ir a mi ritmo, y cada vez que escribía algo sobre Ojos Tristes… no sé si era sensación mía, pero en el fondo de algunos comentarios leía eso de “¡otra vez con lo mismo!”. Y me gustaba muy poquito oír eso…

El blog ha sido un pequeño desahogo para mi con respecto a Él. Pero me revienta ahora leer ahora ciertas cosas que dejé aquí. Ni saber que otros han leído esa parte tan íntima… No sé, supongo que es la visceralidad, que he escrito muchas veces sin pensar, dejándome llevar, y ahora sé que muchas partes las eliminaría o las diría de otra manera.

Algo que sí tengo claro es que voy a continuar escribiendo. Me ha encantado. Tengo muchas ideas y casi todo tiene que ver con reflexiones. Creo, bueno no, estoy convencida, de que ese es el estilo que realmente quiero dar a un blog. Acostumbrarme a pensar sobre un tema, y expresar mi opinión. Leer con el tiempo lo que pensaba en un momento dado de mi vida, y el cambio que pueda dar después, con más años y experiencia sobre los hombros.
No quiero entrar aquí y escribir sobre mis penas, porque no soy así. Soy una persona risueña, con muchos sueños y en constante cambio. De mentalidad abierta que intenta ser feliz. Pero sé, que muy pocos dirían que soy así leyendo ciertas partes. Sabiendo que llevo dos años sintiendo algo especial por alguien con el que no puede ser y aún, me mantengo a su lado. No me gusta que nadie me diga nada al respecto, y tampoco necesito ya contar aquí cómo me siento.

Sé que en el caso de querer un hombro en el que llorar o reirme a carcajadas, tengo a varias personas de esa lista dispuestos a escucharme. Como yo seguiré estando para ellos. El blog de kamalainpatmos, me ha dado la oportunidad de conocerlos, y nunca pensé que llegaría a tener la confianza que tengo, y el cariño que siento por mis ya amigos.

Seguiré pasándome a visitaros, porque no tiene sentido romper con todo, ¿verdad? No me marcho de aquí enfadada, sólo soy yo la que necesita el cambio, pero como no es por vosotros, allí estaré. Eso sí, con menos tiempo.

Me gustaría contar varias cosas me han pasado últimamente, para compartirlas con vosotros. Supongo que una de ellas os gustará, así que tal vez entre otro día de julio y os lo cuente. Y las carteleras de las películas que he visto durante estos días… me da pena no hacerlas, porque olvidaré los detalles de lo que pensé cuando las vi. Ya veremos… Me dejo de plazo el mes de julio para escribir. Este es el último mes, en el que escribiré.

Me marcho. Un beso a todos. Gracias por todo lo que me habéis aportado y por el cariño que siempre me ha llegado. Y aunque podemos continuar en contacto, os deseo mucha suerte en vuestra vida.

Con otra perspectiva

Con otra perspectiva

Me he enganchado a un programa de televisión que se llama “La casa de cristal”. Se trata de una casa donde conviven seis mujeres que tienen un problema, y lo quieren resolver. Hay un psicólogo (es hombre, con una cara de buena persona que no puede con ella) y dos “coach” (mujeres, una española y la otra argentina).

No todas las chicas saben dónde radica su problema, pero las seis llevan mucho tiempo dándose cuenta de que no son felices, y están cansadas de vivir así, sin ganas, esperando siempre algo que no llega, con altibajos emocionales, con miedos, y llorando sin motivo. Y eso lo quieren cambiar.

Me ha enganchado totalmente, incluso me lo grabo cuando no lo puedo ver. Me gusta escucharles, y notar las transformaciones por las que van pasando a medida que llevan a cabo la terapia.

Son seis historias diferentes. En realidad siete, porque una de las chicas tuvo que abandonar el programa y han metido a una nueva. Pero hoy quería hablar sobre Vega. No es la que más me gusta de todas, quizá porque me identifico menos con su problema, pero ayer dijo algo muy importante.

Hace un tiempo, le tuvieron que operar de una aneurisma. Además de la cicatriz que le cubre parte de su rostro, le han quedado secuelas más profundas, como lo cercana que ha tenido la muerte. Y no lo superaba. Vivía con la agonía de pensar que le podría pasar de nuevo.

También le hizo replantearse su vida. Trabaja como teleoperadora en el servicio de urgencias, algo demasiado estresante. Y... bueno, después de un par de semanas trabajando con los psicólogos, es la primera en estar preparada para salir. Ha entendido, al fin, que tiene que vivir con esa enfermedad. Aceptarla. (¿Cuántas veces nos negamos cosas que han pasado por todo el daño que nos producen? Yo... infinidad de veces). Y va a cambiar de trabajo, se ha buscado nuevos proyectos. Si está intentando ser feliz, lo más lógico es hacer algo, ¿no? Esto que parece tan fácil y razonable... no todo el mundo está dispuesto a realizarlo.

En una de sus últimas conversaciones con el psicólogo, le decía que se sentía liberada. Como si se hubiera quitado un peso de encima. Que se había dado cuenta de que había salido de su mundo, para mirarlo todo con otra perspectiva. Que su problema se había resuelto, porque ella era la que había abierto la mente, había dejado de pensar como hasta entonces. Es como cuando haces siempre algo de la misma manera, pero te va mal. Y un día decides cambiar tu forma de hacerlo, y te das cuenta de lo genial que va todo después.

No sé si me explico, pero esta foto lo representa muy bien. Es un hombre que decide salir de su mundo, a ver qué cosas descubre fuera.

Su nueva vida

Su nueva vida

El otro día estuve en casa de una amiga. Era una ocasión especial, porque ha dejado de vivir con sus padres y se ha comprado un piso con su novio. Ahora vivimos más cerca todavía, sólo es cruzar un par de calles.

Cuando llegué, me enseñó toda la casa. Es muy bonita. Un poco pequeña, pero para dos personas, es suficiente.

Mientras sacaban algo para picar, me quedé sentada en el sofá pensando. Miraba todo, e intentaba descubrir parte de ellos en las cosas que me rodeaban. Me parecía curioso ver la cantidad de objetos que una persona puede llegar a acumular a lo largo de su vida. Y también, observar cómo quedan puestas en común. (¿Qué aficiones tendrá mi siguiente pareja?).

A él, le gustaban los puzzles de pequeño, y tenía tantos guardados, que prácticamente es lo que adorna todas las paredes de la casa. Me fijé en que apenas leen, porque la suma de los libros de uno y otro, no abarcaba nada más que una estantería del salón. Eso sí, les encantan los animales, y tienen varias enciclopedias de ellos.

Al llegar, encontré a su novio haciendo chapuzas, y a ella, pensando en la de muebles que aún quedan por comprar. O más bien... imaginando qué quedará mejor.

Se la veía muy feliz. Contenta por todo lo que ha cambiado su vida. Por tener que preocuparse de una casa, por tenerle a él cerca y porque ambos hayan decidido compartir sus vidas a partir de este momento. Sin embargo... a pesar de todo... no sé... no la envidio nada. Me parece que ha corrido demasiado, y se deja muchas cosas por vivir, por hacer, y por intentar.

Tal vez diga esto porque el chico no me gusta nada para ella, pero creo que se ha cerrado muchas puertas. La primera es que sabe que él no se comporta como debería... y la segunda es que, después de haberse sacado una carrera como química, está trabajando en algo que no tiene nada que ver con lo que estudió, y ahora que se ha metido en una hipoteca, no va a hacer nada para que eso cambie.

Cada uno es como es, y si ella está feliz, yo tan encantada. Lo que no me apetece nada es verla sufrir, ni ahora, ni dentro de un tiempo cuando deje de estar enamorada y lo vea todo desde la realidad, y se dé cuenta de que ha tirado algunos de sus sueños por la borda. Yo... no lo haría. Al menos, sin haberlo intentado primero...

Arrepentimiento

Arrepentimiento

A veces, daría marcha atrás para intentar arreglar las cosas. Para evitar que algo pase en mi vida. Detener esa fracción de segundo que dura el impulso del mal genio o de la visceralidad, y emplearla en respirar, o en pensar bien antes de hablar. O para callarme a tiempo, por que ese es uno de mis defectos, que hablo demasiado rápido, y luego me arrepiento.

En muchas ocasiones me he dado cuenta en el mismo momento en el que lo estaba haciendo mal, pero una vez que empiezo, ya no puedo parar de hablar. Y digo cosas que mejor me las hubiera dejado dentro. Porque una vez que salen, es imposible que vuelvan a entrar. E inevitable el daño que causan.

Otra clase de arrepentimiento viene cuando no has actuado como deberías. Y lo peor es cuando eres consciente de que lo estás haciendo mal, y continuas.

Recuerdo que con un amigo, hablaba de este tema del arrepentimiento. Él decía, que no cambiaría nada de su vida, porque no hay que arrepentirse jamás de las cosas que hemos hecho. Yo ahora pienso, que él a lo que se refería era que se había amoldado a esos fallos que cometió. No es que no se arrepienta, porque estoy segura de que si retrocediera, no lo volvería a repetir. Pero lo que no hace es torturarse pensando en lo que podría ser su vida en el caso de que "aquello" no hubiera sucedido.

Yo trato de corregirme. Pero ¿sabéis? cambiar cuesta mucho. Aunque sepamos que es para bien, cuesta. El domingo, sin ir más lejos, me enfadé con alguien porque se había enfadado conmigo sin razón. Y los primeros momentos, me mordía los labios para no saltar y decirle mil cosas. Y también por no llorar. Continué el lunes dándole vueltas muy enfadada, pero a medida que pasaba el día, me di cuenta de que me daba igual. Que la discusión había sido una tontería. No entendía por qué se había puesto así conmigo, pero sabía que no había dejado de quererle por eso. Por la noche, nos sentamos a hablar tranquilamente. No dijo las palabras de "lo siento" o "perdóname", pero tampoco me importó, porque fue suficiente el paso que había dado. Con todo esto quiero decir, que estoy contenta de haberme frenado ese día, porque se ha solucionado hablando, y yo no añadí más leña al fuego.

Pero aún no estoy curada. Hoy ha pasado otra cosilla. Se trataba de un email en el que ya hablaba de más. Menos mal que antes de pulsar enviar, me he puesto a leerlo. Y me he dado cuenta de que no merece la pena...

Ya nadie sabe lo que es...

Ya nadie sabe lo que es...

Bueno, hacía tiempo que no tenía tantos comentarios en un post (veo que os gustan más las risas ¿eh? jajaja).

Hoy dejo un pequeño texto que cogí de una revista en mi primer año de carrera. Se llamaba "Calibán" y me gustó tanto, que recorté esas palabras de al menos diez revistas, y luego las tengo repartidas por varios sitios.

Un beso, nos despedimos de febrero ya, mañana no creo que escriba. Pero este mes no me puedo quejar, he escrito bastante para lo que estoy acostumbrada...

Esfuegoabrasadoresfuegohelado
esheridaquedueleynosesientees
un
soñadobienunmalpresente

esunbrevedescansomuycansadoya
nadie
sabeloqueeselamor.

Máscaras

Máscaras

A veces me da por engañarme a mi misma y me autoconvenzo de que estoy bien, de que no pasa nada. Empiezo el día habiendo descansado, con más horas de sueño de lo que venía siendo habitual. Salgo de casa con tiempo porque no me apetece correr para llegar puntual a clase. Pero mientras bajo las escaleras del metro, me da por pensar. Y me voy poniendo un poco triste...

Pienso en algunas cosas que me han pasado y que no puedo cambiar. Entonces me empiezo a enfadar, me rebelo contra el mundo, frunzo el ceño y me pongo seria. Pero al instante, se me empiezan a empañar los ojos.

Me asusto cuando me doy cuenta de lo sensible que estoy. ¿Cómo un pensamiento me puede hacer llorar? No es un dolor físico, es algo oculto que no se puede ver, y que sólo lo percibo yo. Pero noto cómo duele.

Me enfrasco en la lectura de mi libro. Me está gustando, pero tiene algunas partes que me aburren. Esto tiene peligro, porque mi mente se va a otras cosas en las que no quiero pensar.

El camino que me lleva a la facultad siempre me ha encantado. Hoy, mientras andaba por él, sólo me he preocupado en cambiar la cara para que nadie se dé cuenta de que algo me pasa. Más que nada porque no sabría qué responder. Así que, saco mi máscara y me cubro el rostro. Lista para la representación.

Él en un tren

Él en un tren

Acabo de hablar con Corazón de León por teléfono. Cada vez que lo hago pienso en lo que me gusta charlar con él, y recuerdo ese paralelismo que hacen muchos, que dicen que la vida es como estar en un tren.

En tu viaje vas encontrando diferentes personas a tu lado. A veces se sientan junto a ti, otras se alejan pero permanecen en el mismo vagón por lo que puedes contar con ellos igualmente. Otras personas, van y vienen y simplemente lo aceptas, porque tal vez estén mejor en otro compartimento del tren. En más ocasiones de las que nos gustaría, se van para no volvernos a encontrar, pero estamos tan absortos en el paisaje, que ni nos damos cuenta.

A mi me gustaría que él ocupara mi vagón durante más estaciones. Muchas veces, pensando en el futuro, me pregunto si terminaremos viviendo en la misma ciudad para así poder vernos casi todos los días. No sé...

La conversación ha sido interesante y divertida. Han salido temas de los que no suelo hablar normalmente en mi vida cotidiana, pero quizá sea yo culpable de ésto. Cierro mi mundo y lo dejo habitable sólo para mi. No hago partícipe a nadie de mis "verdaderos" pensamientos, de las cosas que me preocupan. No edifico puentes hacia otras personas en el terreno personal, por lo que ellos tampoco los tienden hacia mi. Y si lo hacen, yo no correspondo.

Por eso valoro tanto las conversaciones y los momentos que paso con Corazón, porque con él es distinto.

Hoy le comentaba que me sentía extraña. Veo que casi todas las personas de mi alrededor, se encuentran bien y siempre parecen contentas. Cuentan lo maravillosa que es la vida. Pero yo no me lo creo... No ha nacido la persona capaz de tener una vida en completa armonía.

No voy a entrar ahora en ese tema, porque no me apetece. Hoy no venía a escribir nada filosófico, ni me apetece indagar. Hoy quiero nadar en mi superficialidad. Sencillamente me alegro de encontrar a alguien que es sincero y que me cuenta que su vida está llena de los mismos altibajos que la mía. Que se levanta de buen humor, pero que al llegar la noche, se acuesta súper triste. Me gusta que su ánimo varíe, porque le afecte el que los demás no se encuentren bien -reflejo de empatía-.

Y nada, ya está. Sólo era ésto lo que quería contar. Bueno, y también, que hace mucho que no doy un abrazo así, "porque sí" y me apetece...

Algo más del Zahir

Esta mañana al levantarme, había un nuevo día. Lo primero que he hecho ha sido acercarme al ordenador a leer lo que había escrito ayer. Sabía que, tras librarme de un día triste, vería las cosas de otra manera. Y así ha sido.

Me ha llegado una sensación de tristeza y melancolía por lo que he leído, y me he prometido a mi misma, que no dejaría que me volviera a pasar.

Así que nada, me ducho con mi música favorita, desayuno algo que me apetecía y... parto rumbo a mi cita. Las dos personas con las que había quedado, llegan media hora tarde. Pero al principio no me molesta esperar. Tengo frío, pero como he decidido cambiar mi manera de ver las cosas, voy sedando mi "mala leche" y busco un rallito de sol. Y ahí me quedo. Cuando llegan ya me estaba empezando a preocupar, pero ellos vienen tranquilitos, y ni siquiera se disculpan por llegar tarde. ¡¡Media hora!! uff.... pero me recuerdo mi promesa, así que inspiro y expiro lentamente.

Más esperas durante toda la mañana... He estado en un lugar en el que sólo se hablaba de matrimonio. Detrás de mi había una pareja que se iba a casar. La chica le pregunta al chico, que por qué están allí, que por qué se van a casar. Yo me quedo de piedra. Se contesta a ella misma que... debe ser el fin de todas las parejas, acabar en el altar. Yo hago que leo, pero no pierdo detalle, y sé que mi compañero de la izquierda, también está pendiente. El novio le dice "bueno, ya que estamos aquí y hemos perdido toda la mañana... nos casamos, ¿no?" Terror me han dado esas palabras... Mirada de asombro hacia mi compañero de al lado, y vuelva a fijar la vista en el libro.

Observo a toda la gente que se va a casar. ¿Están contentos? no lo parecen. Tal vez sea el hastío que siempre producen las colas. Dos horas de retraso, es normal. Pero se lo podían tomar con filosofía y bromear entre ellos. Pero ninguno lo hace.

Ya no espero que el amor sea para toda la vida. De un tiempo a esta parte, no veo nada más que hipocresía. Fidelidad cotidiana pero sin rastro de pasión. Estar por estar para no dañar a los hijos. Vivir una aventura durante un tiempo breve, que te haga salir un poco de esa vida rutinaria, y después volver con tu mujercita. Para eso... mejor no me caso. Prefiero tener a una persona durante unos años, y que se aleje cuando se acabe el amor. Ya vendrá otro, que seguro que lo habrá. Pero no voy a engañarme. No me casaré porque sea "el fin de las parejas" o porque así tenga seguro a esa persona.

Prometo que ésto sólo ha sido un pensamiento, sin ponerme triste. Yo sigo con mis ganas de estar contenta hoy.

Durante toda la mañana he tenido tiempo para pensar y retractarme de lo que dije ayer. Ay que ver qué pasional soy... digo lo primero que se me viene a la cabeza sin haberle dado alguna vuelta al pensamiento. Y he llegado casi las mismas conclusiones que habéis dejado en los comentarios. Por ejemplo lo de dice AOH, estoy de acuerdo en que nada debería ocupar nuestra mente hasta cegarnos y no dejarnos ver el resto de cosas. A veces me ha pasado el tener fijación por algo, y desatender otras cosas importantes.

Me ha gustado también lo que ha dicho Alba sobre la insatisfacción que produce en nosotros la rutina, a pesar de que pocas veces estamos dispuesto a perderla y vagar por la incertidumbre. Me digo a mi misma que por qué, si no me gusta cómo me siento ahora, no hago nada por cambiarlo. Que el problema debo ser yo, que lo veo todo desde el punto de vista negativo. Me doy cuenta de que debe ser así porque para los demás, mi vida es perfecta. A veces pienso que soy mi mejor amiga pero también mi gran enemiga. Porque cuando todo va bien, me adoro y me felicito. Pero cuando va mal busco el fallo en lo que no tengo o en los demás, cuando debería tratar de empezar por mirarme a mi misma.

Sigo con ZilC (me alegro mucho de verte). Él ha llegado a la misma conclusión que yo. Ser mi propio Zahir. Quererme a mi misma e ilusionarme por hacerme un bien a mi. Y no buscar a nadie que venga a ocupar mi pensamiento. Pues anda que no hay cosas en las que pensar... Como ya dije, a veces termina en obsesión, y es lo peor...

Anawin opina que yo podría ser el Zahir de alguien. No sé... Supongo que si la relación entre ambos es recíproca, no pasaría nada, pero no me gustaría que alguien viviera obsesionado por mi. Un día me encontré a Sam por casualidad, y decidimos ir a comer. Empezamos a hablar no sé cómo de nuestra relación. Le pedía que nos contáramos los fallos para no volverlos a cometer con la siguente persona que viniera a ocupar nuestras vidas. Él me contestó que no veía ningún fallo en mi (ésto es mentira, me conozco de sobra y sé que a veces parece que me posee el demonio, pero aquel día le pillé con la guardia baja. Es lo que pasa con los tropiezos sin querer...). Me decía que él nunca volvería a sentir lo mismo por nadie, porque nadie sería como yo. Que eso era imposible. Que no habría ninguna chica sobre la tierra que le dijera las cosas que le decía yo. Con su edad ya no esperaba más del amor. Decía que recordaría todo lo nuestro con cariño, como si el amor de su vida ya lo hubiera vivido y perdido. No esperaba nada más.

Esa conversación me partió el alma. Primero porque no podía hacer nada para que dejara de pensar así. Lo que debe sucederle es que encuentre a una persona con la que sea feliz, y así poder olvidarme. Segundo, me entristecía que el amor hubiera perdido el significado que él le daba, que hubiera perdido las ganas de encontrarlo. Y tercero... no quería ser su Zahir, esa persona en la que pensaba a cada momento y que de vez en cuando le hacía llorar o estar mal. Quería que rompiera con todo lo que tenía que ver conmigo.

Y Pikifiore también me dice algo importante, que las ilusiones "están ahí". ¡Qué bien que sea así! Además, ¡se puede hasta elegir!...

Sé que esto es una etapa, me repito mil veces que ya pasará. De momento hoy me encuentro mejor. Muchas gracias por estar siempre aquí. Sois encantadores, en serio. A veces me da pena verme así de decaída, porque cuando estoy bien, soy muy divertida. No tengo nada que ver. Me río mucho, y los demás están bien en mi compañía. Y quiero que vosotros también veais esa parte de mi, y no sólo ésta.

Bueno, un beso.

San Valentín

San Valentín

Qué bonito es el día de los enamorados. Me parece precioso.....

La mayoría de la gente dice que todo es comercio. El Corte Inglés aprovecha para sacarnos unos cuartos porque claro, será comercio y todo lo que tú quieras, pero ojito con presentarte el día 14 sin regalo, que te llevas bronca de tu novia fijo. Así que así vamos, comprando por comprar...

Algunos hombres -aunque suene a tópico, suelen ser ellos- no hacen regalos porque para ser cariñosos y románticos, tienen el resto del año. Les revienta estipular una fecha así por las buenas, porque lo dice la tele. Y claro, ya sabéis lo que es la costumbre y la dejadez, que al final, el regalo no llega nunca.

Este día además, imperan las rosas. No es que no me gusten, pero... no me duran nada. Y también creo que es el regalo fácil, que lo hacen sin pensar "¡Ahí va, mañana San Valentín! ¿y yo que le compro?". Pues nada, una colonia, un ramo y mil palabras cariñosas, que parece que pegan. Después nos vamos a comer o a cenar, y ya hemos cumplido.

Tampoco me gusta que se haga "para los demás". Me refiero a que en este día es común que te anden preguntando lo que te ha regalado el novio o lo que has regalado. Y queda muy mal decir que nada. Además, en el fondo, el corazoncito de las chicas, nos suele dar un latigazo porque un regalito no hubiera estado mal, ¿no? jajajaja.

Yo apuesto por este día de otra manera. Me gusta que la gente se ponga contenta. Que espere ansiosa para ver a su pareja. Que cobre signicado el día, porque los dos lo quieran así. Estaría bien sentarse a charlar sobre su relación, contar todos esos momentos que han compartido desde que se conocen... Y a lo mejor, algún regalo, pero hecho con las manos. Éstos me gustan más, porque no es el detalle en sí, sino todo el tiempo que pasas pensando en esa persona mientras lo haces.

Ahora vamos con la otra cara de la moneda, los que no tienen pareja. Este día para ellos pasa sin pena ni gloria. A lo mejor un poco asqueados, porque les recuerda que no tienen a alguien a su lado, y se preguntan por qué. Otros pueden sentir algo por una persona, pero no ser correspondidos (cupido, que en realidad es un demonio). Tal vez hayan perdido a su pareja... no sé. En estos casos, duele el día 14.

Ayer me felicitaron, a las 12 de la noche. Pero no quise dar las gracias porque yo no estoy enamorada. Esa persona decía que se puede estar enamorada de la vida, pero yo no creo en esas tonterías. Siempre dejo esa palabra para hablar de un alguien, no de cosas.

Y nada... que después del día 14, viene el día 15, y ya está... ¿O no?

El tiempo

El tiempo

Me gusta este reloj de Dalí. A veces es el que marcha mis horas. Las estira y las alarga cuanto quiere. Transforma los segundos en horas interminables. El día parece no tener fin.

Rodando recuerdos

Rodando recuerdos

"Una vez grabaron una película muda. Dicen que los actores disfrutaban tanto con lo que estaban haciendo, que daba la sensación de que no fingían, sino que vivían lo que estaban representando. Imaginad, cada mueca, cada mirada, cada silencio... constituían mil palabras, expresaban todos los sentimientos.

Cuando terminaron de grabar, no se oían más que risas y felicitaciones. Todo el mundo parecía contento. La compañía sabía que aquéllo les haría de oro, el éxito estaba asegurado.

Sin embargo... hubo un fallo. El cámara olvidó apretar el botón que inmortalizaría esos gestos en la cinta. Y todo se perdió.

Los rostros de los actores eran mezcla de indignación y tristeza. No había servido de nada tanto esfuerzo. Parecía que esas expresiones, esos gestos, esos mímicos movimientos... no habían existido, porque no los recuperarían jamás.

Volvieron a rodar, esta vez asegurándose de que el pilotito quedaba encendido. Pero ya nada fue igual. Ninguno pudo olvidar esa primera vez que hizo del film, algo único e irrepetible".

A veces pienso que ojalá se pudieran archivar los recuerdos. Que cada vez que fueramos a ellos, los pudieramos retomar en el mismo punto, y así volver a sentir aquello que nos produjo con la misma intensidad. Digo que ojalá porque ahora me cuesta no idealizarlos ni modificarlos a mi antojo. Desearía también, no negar que hubo un algo que me hizo sentir. Me gustaría recuperar esa primera vez con nitidez, ver mi película de recuerdos y no una mala versión de lo que con el tiempo me llega.

Lo que se me ocurre sin pensar...

Lo que se me ocurre sin pensar... He estado pensando mucho qué escribir para empezar el año, y en elegir una foto preciosa, porque parece que si hacemos las cosas bien desde un principio, irremediablemente tendrán que acabar bien, ¿no creéis?

Esa lógica fue la que usé mientras tomaba las uvas. Para asegurarme de empezar el año con el pie derecho, directamente me puse a la pata coja. También ropa interior de color rojo regalada por Luna, y las doce uvas en mi bolsita contadas dos veces. No podía fallar nada. Todo estaba perfecto. Sin embargo... cuando dejé la bengala consumida encima de la mesa, me quemé con ella. Una buena quemadura por tonta y por supersticiosa. Así que hoy dejaré que mis dedos manden sobre el teclado. No programaré nada. Ni buscaré foto hasta el final. Ir a la deriva me irá bien...

El día anterior a Nochevieja, estuve en casa de Urano. Me resulta un hogar acogedor y muy entrañable. Puede ser porque allí siempre me han hecho sentir como en mi propia casa y ningún rincón me ha sido vetado. El caso es que me sorprendió lo que encontré. Estaba mirando el Belén, lo bonito que había quedado adornado con las figuritas... y me di cuenta de que sobre el papel que simula el cielo estrellado, había recortes de periódico. La mayoría eran fotos de personas, con aspecto desaliñado y con cara de hambre. Algunos elevaban los brazos hacia lo que sería un camión que entregaba comida, y justo en el centro, el recorte contenía palabras. No recuerdo exactamente lo que decía, pero transcribo como pueda:

"Estas son las imágenes actuales del terremoto que asoló la ciudad hace dos meses. Debido al dificil acceso a la zona siniestrada y a la desidia general, las ayudas humanitarias han concluido, dejando a estas personas totalmente desamparadas".

Me dio mucha pena leer eso, sobre todo encontrándonos en estos días donde impera el derroche y el exceso. Pero me gustó el gesto solidario que había tenido Urano con aquellas personas. Y pensé que era una de las mejores cosas que he encontrado durante estos días.

Ahora me noto muy emotiva... No sé, creo que aunque siempre he sido así, parece que dejar las cosas sobre papel, las hace más reales, y no se olvidan. El otro día me ocurrió algo parecido cuando un amigo me preguntó si alguna vez me había sentido sola en Navidad. Le contesté que sí. Pero ahora que lo recuerdo en frío, sé que mientras sucedió, no le di importancia. Ni siquiera le di el privilegio a ese pensamiento de permanecer mucho tiempo en mi cabeza. Me sentía sola, pero estaba rodeada de gente, así que, no importaba. Sin embargo hoy, al verlo por escrito, se ha instalado en mi mente buscando un motivo.

Bueno... no todo tiene explicación así que mejor no trataré de dársela...

Un beso. Feliz 2006.

Haciendo balance

Haciendo balance Creo que hoy es un buen día para hacer balance del año. No es algo que haga con asiduidad, me refiero a que hay personas que suelen pararse a pensar qué tal les ha ido el mes una vez que ha pasado, también el veraneo... pero yo normalmente no hago estas cosas. Siempre tiene que ser otro el que venga a preguntarme "¿qué tal?" y entonces, me pongo a pensar.

Hoy es el día idóneo, ya ha pasado la Navidad -cada año me cuesta más meterme en la cabeza lo que significan estas fechas- y en los días que le siguen hasta Nochevieja, parece que sólo tienen cabida los preparativos para todo, como si los días 26, 27, 28, 29 y 30 estuvieran faltos de personalidad...

El 2005 creo que ha marcado un antes y un después en mi vida. Me he vuelto muy reflexiva en todos los ámbitos. Aunque hay días en los que no me apetece acordarme de Ojos Tristes, sé que él tiene mucho que ver en esto. Por ejemplo, he aprendido a leer de otra manera, he analizado lo que otros autores intentaban explicar y transmitir, e incluso me he puesto a escribir. Ésto sí que es raro para mi. A pesar de que siempre me ha gustado leer, jamás había escrito. Ahora, hay días en los que es una liberación...

También he estado más atenta a lo que otras personas tratan de decirme cuando están callados, estudio sus reacciones y comportamientos.

He hablado mucho de cine, de música, me he enamorado, he hecho muchos amigos, también un blog donde he conocido a gente estupenda. He reído muchísimo, pero también he llorado.

Sin embargo, este año tiene un gusto amargo que me hace desear que se acabe ya. Recuerdo el mes de enero... hizo mucho frío. Tenía que estudiar porque los exámenes estaban a la vuelta de la esquina, pero cuando regresaba a casa de la rehabilitación, me encantaba quedar con Ojos Tristes para desayunar. Era algo muy agradable. Un día alguien me preguntó lo que me hacía levantarme por las mañanas. Durante este mes, él fue mi motivo.

Febrero también trajo sinsabores. Los exámenes no me salieron cómo yo quería, pero la culpa fue toda mía. Es terrible que yo me enamore, esa persona acapara todos mis sentidos y me deja poco para el resto. Esto es algo que me gustaría cambiar, el tomarme las cosas más pausadamente. Así no pensaría lo que ahora, que he estado perdiendo el tiempo, alimentando ilusiones y dejándome llevar con los ojos bien cerrados, para que luego aquello que me parecía TODO, haya quedado en NADA...

No se me olvida el paro cardiaco que me dio, cuando fui a ver a Corazón de León. No esperaba esa confesión, nunca lo hubiera imaginado, pero ahora ya me he hecho a la idea.

Marzo tiene poco que contar. Estuve más animada con los estudios y empecé a ir a nadar. Qué sensación... Me pasé todo el mes escuchando la misma canción, y como me había ido mal en febrero, me juré que no me volvería a pasar en junio, por lo que me dejé momentáneamente de tonterías.

Tampoco sé qué sucedió en abril, pero los últimos días los pasé en Suecia y Dinamarca. Fue un viaje estupendo, porque además de conocer esos países, di con personas de las que aprendí mucho. Me entraron ganas para todo. Para hacer cosas nuevas, para viajar, para apuntarme a cursos, para... Pero siempre espero a tener más tiempo. Esta carrerita parece incompatible con los sueños... a ver si acabo ya...

El mes de las flores trajo consigo mucho que estudiar. Y junio también. Ojos Tristes me dio una noticia en la que yo no quería ni pensar, pero que sabía desde el principio. Y así quise que llegara el mes de julio, como si unos días pudieran borrar lo que sentía.

En verano lo pasé genial. Ha sido uno de los mejores que recuerdo. He reído mucho, y me he encontrado más cercana a mi hermana.

Agosto fue un rollete, estudiando en casa todo el día, para que luego, al llegar septiembre, me pillara el toro como siempre.

Octubre ha sido el mes de tomarme las cosas en serio. Empecé a sentirme mejor conmigo misma, pero desde agosto no he hecho más que enfadarme y desenfadarme. Esta inestabilidad... me quema. Y tampoco me gusta dar esa imagen a los demás. Ni yo pasarme el día luchando conmigo misma, entre lo que pienso y siento. Y odio dar explicaciones sobre lo que quiero.

Noviembre lo podían borrar del calendario. Me ha pasado una de las peores cosas de mi vida. Aún hoy, lo sigo asimilando. Nunca hubiera imaginado que iba a reaccionar así. Me temblaba todo el cuerpo...

Y diciembre ha sido ante todo, muy familiar, pero necesario.

Sé que recuerdo sólo las cosas malas, no es un año cargado de optimismo como podéis ver, pero yo sé que no he estado como siempre. No estoy tan seria, soy más responsable en los estudios, ni pienso en la muerte como este año. Pero bueno... todo cambiará. Tiene que cambiar. De momento pongo de mi parte, cosa que antes me negaba, me dejaba llevar y ya está.

El otro día mi padre se encontró a su amiga la vidente. Yo le tengo dicho -aunque no crea en estas cosas, jajajajaja- que le pregunte por mi, a ver qué tal me va a ir. Y le dijo que acabaría la carrera, que empezaría a salir con un chico y también que me pondría a trabajar. Bueno... sea o no verdad, es algo posible, y eso siempre anima. Lo de la carrera sería un alivio... lo del trabajo también, me apetece ganar dinero ya... y en cuanto al amor... en otro mes, me hubiera partido el alma pensar en otra persona que no fuera Ojos Tristes, pero ahora no. Tengo ganas. No quiero que penséis que equivoqué mis sentimientos hacia él, que no le querría o que no sería tal lo enamorada que estaba pero... me quiero más a mi misma que a cualquier otra cosa. Una se empieza a dar cuenta de que lo que hace daño, no es bueno. Y es mejor pasar a otra cosa...

El amor no es lo que parecía...

Cómo me pongo, ¿no? Acabo de releer el post anterior, y estaba muy enfadada. Me acuerdo perfectamente de lo que me hacía estar así, pero creo que debí estarme quietecita y no haber dicho nada. No es por vosotros, sino por Ojos Tristes, que luego me lee y me anda preguntado todo y me veo dando explicaciones que no me apetece desvelar. Porque a veces ni siquiera tengo motivos de peso para hacer lo que hago. Pero, ¿quién los tiene?

Aquí, como en la vida real, no puedo ser sincera del todo. Hay mucha gente que me conoce. El lastre del nombrecito de kamala ya me empieza a cansar, siempre pensando en lo qué escribir para que no choque a nadie... para que ciertas personas no sepan algunas cosas de mi... me revienta que sepan de mi vida algunos, y no me apetece nada de nada...

La contradicción está en porqué elegí este nombre, cuando podría haberme puesto cualquier otro. Pero es que ME GUSTA ESTE. No quería cambiar.

¿Es una niñada? No lo sé... bueno, seguro que sí, pero llevo unos días que todo me sienta mal. Y eso que en mi vida voy mucho mejor, ya no estoy desganada como hace unos meses, y me lo paso muy bien, pero es sentarme delante del ordenador, y enfadarme. O empezar a hablar de amor, y... languidecer. Sí, porque es justo eso lo que me pasa.

El lunes pasado -el anterior a antes de ayer- me encontré con un amigo en el metro, que hacía años que no veía. Y estaba muy sonriente, como siempre. En esos diez minutos no paramos de reír, algo que era constante en nuestros encuentros... Pero como ambos llevábamos prisa, no pudimos tomar algo, por eso nos dimos el móvil para quedar en otro momento y no perder el contacto.

El jueves decidí mandarle un mensaje para quedar el viernes o el sábado. Me contestó muy agradecido, que era "una interesante proposición que no dejaría escapar" -este chico siempre tan redicho-. Y el sábado me llamó a casa para concretar el día. Estuvimos hablando un rato y al final se vino a un concierto de un amigo que toca en un grupo.

Todo iba muy bien. Yo sabía que tenía algún que otro problemilla sentimental, pero no tenía ni idea de que lo estuviera pasando en ese mismo momento, es decir, que pensaba que se quejaba de su vida amorosa "en general" y no "en particular". Pero tras el concierto, nos quedamos solos tomando algo en un local de tapas. Parece que ahí se desató lo que le atormentaba, porque no paró de hablarme de una chica que deduje, tenía más de novia que de amiga. Y aquí parece que la que empezó a derrumbarse fui yo. No me veía reflejada en todo lo que me contaba, pero sí me daba cuenta de que... a los dos nos había pasado lo mismo, que teníamos una idea del amor que no concordaba con la realidad (tanto para bien como para mal, me refiero a la conjunción entre sentirme como una reina y a la vez desmoronarse todos los conceptos de amor idílico que pensaba que existían...). 

Creo que cambiar las risas de siempre por este temita fue lo que me dejó mal para el resto del finde. No sé cómo algo así me puede tocar tanto. Además es que me fastidia, porque ya no me sentí igual. El domingo fue bastante aburrido y me encontraba muy cansada. Después de llegar a casa el sábado -más tarde de lo que pensaba- me costó mucho dormir, aunque ésto no se os hará muy extraño en mi, pero la verdad es que no paré de pensar y pensar y pensar...

Sé que hay algo que cambió en este chico el otro día, después de nuestra conversación. Lo sé, porque el viernes me ocurrió a mi lo mismo. Quedé con Laura, que es una chica de mis enlaces (ya os he dicho otras veces que hemos quedado). Me encontré tan a gusto como siempre, y una de las cosas que me gustan de ella es que me escucha. Le conté cosas que jamás he dicho a nadie pero... lo que me sorprendió fue lo que os quería decir, que le hablé de Ojos Tristes. Siempre me guardo para mi sola todo con respecto a él, y al contárselo a Laura en voz alta, fue como si me diera cuenta de muchas cosas, como si de repente, abriera los ojos ante algo donde los había mantenido cerrados durante mucho tiempo. A él, le pasó lo mismo el sábado.

No le quise decir nada acerca de lo que tenía que hacer, sólo le lanzaba preguntas para que él mismo se contestara. No fui muy suave, lo sé, pero eso tiene el verse fuera de una relación, que la subjetividad, brilla por su ausencia. La frialdad por mi parte quedó latente en todo momento, pero sé que para él no fue tal la frialdad, sino como una bofetada de realidad.

Y nada... hoy ya estoy más tranquila, pero no quiero tentar a la suerte... Ahora me alegro de no haber tenido el ordenador en casa, porque si no, hubiera volatilizado también el blog.

Dicen que estos arrebatos pasionales demuestran que vivimos, que los sentimientos nos mueven y la vida continua su camino con más experiencia. Y el otro día leí una frase que ahora me viene genial, es de Oscar Wilde "Experiencia es el nombre que damos a nuestras equivocaciones." Esperemos que mi visceralidad quede en experiencia y no se trate de un error...

Aunque un poco de morros, no me voy sin daros un beso.

Tiempos de cambios

Tiempos de cambios
Hace unos días, Ligre me dijo que está esperando a que cuente todo aquello que me deja helada. La verdad, no sé a qué se refiere, ni sí lo dice por algo en concreto, pero todos callamos cosas. Siempre.

Creo que se avecinan tiempos de cambios. No me asustan, los espero ansiosamente, porque los últimos meses no han tenido mucho de especiales. Es bueno pararse a pensar qué es lo que no te gusta de tu vida e intentar cambiarlo, porque nadie como uno mismo sabe lo que le conviene.

Cuánto más cambian las cosas, más siguen igual. No sé quién fue el primero el que lo dijo, Shakespeare probablemente, quizá Sting pero de momento es la frase que mejor explica mi momento fatal, mi incapacidad para cambiar. No creo que sea el único...

Cuánto más conozco a las personas, más me doy cuenta de que todos tenemos ese defecto. Quedarnos exactamente igual todo el tiempo que sea posible, quedarnos sin muebles te hace sentir mejor, y si sufres, al menos el dolor es familiar. Porque si sigues esa brizna de esperanza, sales de tu cueva, haces algo inesperado, quién sabe qué otras angustias puede haber fuera. Podría ser aún peor. Mantienes tu “estatus quo”. Eliges el camino que ya conoces y no parece tan malo. No en cuanto a los defectos, no eres un drogadicto, no has matado a nadie, excepto puede que a ti mismo.

Cuando finalmente cambiamos, no creo que sea un terremoto o una explosión, no creo que de repente seamos otra persona. Creo que es más sutil. Algo que la mayoría de la gente no nota, a menos que se fije muchísimo, lo cual, gracias a Dios nunca hace. Pero tú lo notas. En tu interior ese cambio es todo un mundo y esperas que esa sea la personas que vas a ser para siempre. No tener que volver a cambiar nunca
.

Qué cierto es eso de que uno nota el cambio por dentro. Se trata de una pequeñez. A veces se cambia por alguna circunstancia de la vida en la que nos vemos inmersos, sin querer; otras porque no somos felices y nos damos cuenta de que eso sólo depende de nosotros y tenemos que hacer algo; en ocasiones se necesita cambiar para descubrir otras cosas de la vida...

Yo necesito dos cambios sutiles. Uno consiste en ganas por acabar la carrera, y el otro tiene que ver con mis sentimientos.
Los llamo sutiles porque como en el fragmento de la serie Everwood –lo escrito en cursiva- es algo tan insignificante que los demás no lo notan, pero dentro de ti surge un nuevo mundo. No sé qué es lo que ha pasado por mi mente últimamente que me ha hecho fijar esos dos cambios pero... me siento con ánimo de llevarlos a cabo y no puedo hacer otra cosa si no alegrarme. Había perdido el rumbo. Bueno, dos rumbos también. Así que cambiar para mejor, no será malo, ¿verdad?

Tiempos de cambios

Tiempos de cambios
Hace unos días, Ligre me dijo que está esperando a que cuente todo aquello que me deja helada. La verdad, no sé a qué se refiere, ni sí lo dice por algo en concreto, pero todos callamos cosas. Siempre.

Creo que se avecinan tiempos de cambios. No me asustan, los espero ansiosamente, porque los últimos meses no han tenido mucho de especiales. Es bueno pararse a pensar qué es lo que no te gusta de tu vida e intentar cambiarlo, porque nadie como uno mismo sabe lo que le conviene.

Cuánto más cambian las cosas, más siguen igual. No sé quién fue el primero el que lo dijo, Shakespeare probablemente, quizá Sting pero de momento es la frase que mejor explica mi momento fatal, mi incapacidad para cambiar. No creo que sea el único...

Cuánto más conozco a las personas, más me doy cuenta de que todos tenemos ese defecto. Quedarnos exactamente igual todo el tiempo que sea posible, quedarnos sin muebles te hace sentir mejor, y si sufres, al menos el dolor es familiar. Porque si sigues esa brizna de esperanza, sales de tu cueva, haces algo inesperado, quién sabe qué otras angustias puede haber fuera. Podría ser aún peor. Mantienes tu “estatus quo”. Eliges el camino que ya conoces y no parece tan malo. No en cuanto a los defectos, no eres un drogadicto, no has matado a nadie, excepto puede que a ti mismo.

Cuando finalmente cambiamos, no creo que sea un terremoto o una explosión, no creo que de repente seamos otra persona. Creo que es más sutil. Algo que la mayoría de la gente no nota, a menos que se fije muchísimo, lo cual, gracias a Dios nunca hace. Pero tú lo notas. En tu interior ese cambio es todo un mundo y esperas que esa sea la personas que vas a ser para siempre. No tener que volver a cambiar nunca
.

Qué cierto es eso de que uno nota el cambio por dentro. Se trata de una pequeñez. A veces se cambia por alguna circunstancia de la vida en la que nos vemos inmersos, sin querer; otras porque no somos felices y nos damos cuenta de que eso sólo depende de nosotros y tenemos que hacer algo; en ocasiones se necesita cambiar para descubrir otras cosas de la vida...

Yo necesito dos cambios sutiles. Uno consiste en ganas por acabar la carrera, y el otro tiene que ver con mis sentimientos.
Los llamo sutiles porque como en el fragmento de la serie Everwood –lo escrito en cursiva- es algo tan insignificante que los demás no lo notan, pero dentro de ti surge un nuevo mundo. No sé qué es lo que ha pasado por mi mente últimamente que me ha hecho fijar esos dos cambios pero... me siento con ánimo de llevarlos a cabo y no puedo hacer otra cosa si no alegrarme. Había perdido el rumbo. Bueno, dos rumbos también. Así que cambiar para mejor, no será malo, ¿verdad?

Tiempos de cambios

Tiempos de cambios
Hace unos días, Ligre me dijo que está esperando a que cuente todo aquello que me deja helada. La verdad, no sé a qué se refiere, ni sí lo dice por algo en concreto, pero todos callamos cosas. Siempre.

Creo que se avecinan tiempos de cambios. No me asustan, los espero ansiosamente, porque los últimos meses no han tenido mucho de especiales. Es bueno pararse a pensar qué es lo que no te gusta de tu vida e intentar cambiarlo, porque nadie como uno mismo sabe lo que le conviene.

Cuánto más cambian las cosas, más siguen igual. No sé quién fue el primero el que lo dijo, Shakespeare probablemente, quizá Sting pero de momento es la frase que mejor explica mi momento fatal, mi incapacidad para cambiar. No creo que sea el único...

Cuánto más conozco a las personas, más me doy cuenta de que todos tenemos ese defecto. Quedarnos exactamente igual todo el tiempo que sea posible, quedarnos sin muebles te hace sentir mejor, y si sufres, al menos el dolor es familiar. Porque si sigues esa brizna de esperanza, sales de tu cueva, haces algo inesperado, quién sabe qué otras angustias puede haber fuera. Podría ser aún peor. Mantienes tu “estatus quo”. Eliges el camino que ya conoces y no parece tan malo. No en cuanto a los defectos, no eres un drogadicto, no has matado a nadie, excepto puede que a ti mismo.

Cuando finalmente cambiamos, no creo que sea un terremoto o una explosión, no creo que de repente seamos otra persona. Creo que es más sutil. Algo que la mayoría de la gente no nota, a menos que se fije muchísimo, lo cual, gracias a Dios nunca hace. Pero tú lo notas. En tu interior ese cambio es todo un mundo y esperas que esa sea la personas que vas a ser para siempre. No tener que volver a cambiar nunca
.

Qué cierto es eso de que uno nota el cambio por dentro. Se trata de una pequeñez. A veces se cambia por alguna circunstancia de la vida en la que nos vemos inmersos, sin querer; otras porque no somos felices y nos damos cuenta de que eso sólo depende de nosotros y tenemos que hacer algo; en ocasiones se necesita cambiar para descubrir otras cosas de la vida...

Yo necesito dos cambios sutiles. Uno consiste en ganas por acabar la carrera, y el otro tiene que ver con mis sentimientos.
Los llamo sutiles porque como en el fragmento de la serie Everwood –lo escrito en cursiva- es algo tan insignificante que los demás no lo notan, pero dentro de ti surge un nuevo mundo. No sé qué es lo que ha pasado por mi mente últimamente que me ha hecho fijar esos dos cambios pero... me siento con ánimo de llevarlos a cabo y no puedo hacer otra cosa si no alegrarme. Había perdido el rumbo. Bueno, dos rumbos también. Así que cambiar para mejor, no será malo, ¿verdad?

Kamala in Patmos

Kamala in Patmos
Cuando empecé la carrera conocí al Gallego. Él era mayor que yo tres años y siempre ha sido, ante mis ojos, un vividor. Por eso tal vez me enamoré de él...
Me hacía gracia su aire de despiste, cuando se dormía en clase y lo que tardaba siempre en contarme las cosas. Eso a veces me llegaba a desesperar. Lo que más me gustaba de él, era que podía hablar de todo, y me enseñó muchas cosas. Aunque sabía que no era para mí, no fue hasta el año siguiente cuando lo comprendí.

El Gallego me hizo dos regalos sin él saberlo. Un día llegó a clase con un libro “Sidharta” y me lo dio. No tardé nada en leérmelo y en él aparecía el nombre de kamala. Ella era la Princesa, la bella entre las bellas y eso nunca lo olvidé. Quién me iba a decir a mi que me iba a sentir tan identificada con ese nombre, que se convertiría en mi otro yo, el que desvela lo que no quiero contar...
El otro regalo fue de nuevo un libro. Me dijo: “kamala, es muy tierno, te encantará”. Tenía razón, es mi libro favorito (mi planta de naranja lima).

Por cierto, él fue el primero en llamarme kamala. Me resultó raro, pero me gustó como me sentaba.

Por esos días descubrí el mundo de internet. Nos fuimos unos amigos y yo a un ciber para ver de qué iba eso de chatear. Al principio me resultó aburrido, pero esto es otra historia... Quedamos en que me inventaría una dirección para hacerme un correo electrónico.

No tenía ni idea de qué poner. El nombre de kamala me vino rápidamente a la cabeza pero... era demasiado corto. Sinceramente, no recuerdo dónde leí el nombre de Patmos. Tal vez apareciera en ese mismo libro... no lo sé, pero un día le conté a una tía mía esto de los correos. Le pregunté que qué tal le sonaba “kamalainpatmos” y ella dijo que era muy bonito, que Patmos le había encantado. Me quedé a cuadros. ¿Qué es Patmos? –le pregunté-. Es una isla griega preciosa. Estuve allí cuando hice ese viaje por Europa. Yo ya no paré de hacerle preguntas, y cuando me enseñó las fotos, decidí sentar a kamala definitivamente en Patmos.

Lo de “in” significa “en”, para que tenga sentido, pero en latín, no en inglés. Era un pequeño matiz que quería destacar.

El libro de Sidharta fue una casualidad desde el principio. Cabecita loca lo tiene en su casa, y un día lo cogí para echarle un vistazo. La persona que se lo regaló, le escribió la dedicatoria más bonita que he leído nunca, por eso cuando el Gallego me lo dejó, supe que debía leérmelo.

Hoy he ido a la biblioteca a estudiar y he cogido algunas guías griegas de viaje. He estado leyendo algo acerca de Patmos para contároslo y en una de ellas había unas flores prensadas del último lector. ¡Qué bonitas! Me las he quedado con la ilusión de que esa persona hubiera estado en realidad en Patmos y me las trajera de allí.

Se trata de una isla muy pequeñita, de 12 km de longitud. Es bastante religiosa, y allí San Juan escribió El Apocalipsis (¡glup! si lo sé elijo Corfú).
Dice que atrae por igual a amantes de la cultura, personas devotas, gastrónomos, gentes ávidas de sol, adictos a las compras, aficionados a la vela, lectores empedernidos y, en general, a los viajeros que tan solo anhelan relajarse. Esto sí que me ha gustado, es lo que quería hacer con el blog y con mi nick en particular, conseguir llegar a todo tipo de gente con mis palabras y que aquí, se sientan a gusto.

La foto no me encanta, pero había poco donde elegir. Por lo menos veis su forma.

¿Sacié vuestra sed de conocimientos?