Consejos
- ¿Y por qué no colgaste?
- No podía. Porque creía todo lo que me estaba diciendo. A veces lo creo, ya sabes. Que no sirvo para nada ni como persona ni como artista. Y era como si me hablase la voz de mi conciencia, de mi peor conciencia, de mi conciencia más negra, de esa que menos me quiere, la parte más oscura de mi misma, y yo le dejaba hablar y no le decía nada. Y lo curioso es que él no paraba. No sé de dónde sacaba tanto carrete, era como un río de palabras; le salían a borbotones, casi atropellándose las unas con las otras. Estuvo hablando como una media hora y lo peor no eran las palabras, era el tono, ese tono agresivo con el en que hablaba, más amenazador que lo que decía. Y de repente me pareció clarísimo que ni vida no tenía ningún sentido. No saber cómo me dolía todo, el corazón, la cabeza, los oídos; sentía las palpitaciones de la sangre en las sienes, me dolía pensar, o saber, que él tenía razón.
La gente que me rodea dice que doy buenos consejos, y que se sienten aliviados cuando les pasa algo y me lo cuentan. Creo que debe ser por la atención que les presto, los escucho y les dejo hablar para que se desahoguen conmigo.
Lo que más me extraña es cómo siguen al pie de la letra lo que les digo. Debe ser que suena convincente, tanto, que terminan por creerme.
Esto me pasa sobre todo, cuando el tema es sentimental, ya os lo habréis imaginado...
Ahora... cuando el problema lo tengo yo, mis consejos no me sirven para nada. A veces salta mi parte racional y me digo las mismas cosas que al resto, porque lo pienso objetivamente. Sin embargo, me conozco de sobra, y cuando algo ataña a mi corazón, me resulta imposible actuar en contra de él, de mis sentimientos.
Si fuese otra persona y no yo la que siente algo por Ojos tristes, pondría el grito en el cielo y haría lo imposible para que las cosas cambiaran. Le haría entrar en razón recordándole todos los puntos negativos que tiene además de ser cosas que van contra mi manera de pensar...
No sé... sólo estoy segura de que aplicarme el cuento me cuesta mucho.
El texto lo he sacado de ese libro de Lucía Etxebarría. Podría haberlo dejado en las tres primeras frases, que es el fin y al cabo de lo que iba a hablar, pero el resto me ha parecido... espeluznante. No dejéis que nadie os minimice de esa forma ¡jamás! Quien os quiera, sabrá deciros con las palabras adecuadas vuestros fallos, y os ayudará a cambiar o a rectificar si es necesario.
Un beso, el artículo de hoy no me encanta, pero aunque me empeñe, nadie puede ser perfecto.
- No podía. Porque creía todo lo que me estaba diciendo. A veces lo creo, ya sabes. Que no sirvo para nada ni como persona ni como artista. Y era como si me hablase la voz de mi conciencia, de mi peor conciencia, de mi conciencia más negra, de esa que menos me quiere, la parte más oscura de mi misma, y yo le dejaba hablar y no le decía nada. Y lo curioso es que él no paraba. No sé de dónde sacaba tanto carrete, era como un río de palabras; le salían a borbotones, casi atropellándose las unas con las otras. Estuvo hablando como una media hora y lo peor no eran las palabras, era el tono, ese tono agresivo con el en que hablaba, más amenazador que lo que decía. Y de repente me pareció clarísimo que ni vida no tenía ningún sentido. No saber cómo me dolía todo, el corazón, la cabeza, los oídos; sentía las palpitaciones de la sangre en las sienes, me dolía pensar, o saber, que él tenía razón.
La gente que me rodea dice que doy buenos consejos, y que se sienten aliviados cuando les pasa algo y me lo cuentan. Creo que debe ser por la atención que les presto, los escucho y les dejo hablar para que se desahoguen conmigo.
Lo que más me extraña es cómo siguen al pie de la letra lo que les digo. Debe ser que suena convincente, tanto, que terminan por creerme.
Esto me pasa sobre todo, cuando el tema es sentimental, ya os lo habréis imaginado...
Ahora... cuando el problema lo tengo yo, mis consejos no me sirven para nada. A veces salta mi parte racional y me digo las mismas cosas que al resto, porque lo pienso objetivamente. Sin embargo, me conozco de sobra, y cuando algo ataña a mi corazón, me resulta imposible actuar en contra de él, de mis sentimientos.
Si fuese otra persona y no yo la que siente algo por Ojos tristes, pondría el grito en el cielo y haría lo imposible para que las cosas cambiaran. Le haría entrar en razón recordándole todos los puntos negativos que tiene además de ser cosas que van contra mi manera de pensar...
No sé... sólo estoy segura de que aplicarme el cuento me cuesta mucho.
El texto lo he sacado de ese libro de Lucía Etxebarría. Podría haberlo dejado en las tres primeras frases, que es el fin y al cabo de lo que iba a hablar, pero el resto me ha parecido... espeluznante. No dejéis que nadie os minimice de esa forma ¡jamás! Quien os quiera, sabrá deciros con las palabras adecuadas vuestros fallos, y os ayudará a cambiar o a rectificar si es necesario.
Un beso, el artículo de hoy no me encanta, pero aunque me empeñe, nadie puede ser perfecto.
17 comentarios
Galiana -
Vicente -
Rut -
un besito
kamala -
Un beso, me alegra mucho verte por aquí.
Galiana -
A mí también me han gustado mucho todas vuestras frases, han sido magnificamente selecionadas por tí, Kamala!!
Un beso a todos!!
kamala -
kamala -
Marta -
NiCo -
aaaaadios
monocamy -
Es como levantar un dedo (el anular) y provocar que el otro reaccione agresivamente, es decir, como pinchar un botoncito para que el robot se mueva.
No sé si me explico...
:P
su -
Si fuese capaz de aplicarme sólamente la mitad de los consejos que doy, creo la vida me sería mucho más fácil.
Un beso, y ahh!! como dice AOH cualquier cosa, puede ser exactamente lo que alguien en un momento dado necesitaba oír.
roouus -
Tus consejos solo sirven para ti.
Emma -
Procuro intuir las consecuencias, y a partir de ahí tratar de obrar de forma coherente, procurando no tener que lamentarme demasiado. Las cosas son difíciles. Ojalá todo fuera mucho más sencillo.
duda -
Y luego, es q no siempre se encuentra la persona adecuada, para mí la clave está en lo q dices: escuchar, prestar atención, dejar q el otro se desahogue.... ah! y no juzgar...
Ay Kamalita, cómo te entiendo! Es muy difícil actuar contra lo q uno siente y el corazón y la razón no siempre van de la mano...
Un beso (me ha hecho gracia ver la portada del libro... se lo cogí a mi hermana, por casualidad, hace cuatro días... y aquí lo tengo esperando su turno :P)
Migala -
A mí me gusta escuchar los consejos de los demás, los agradezco muchísimo, pero reconozco que no los suelo llevar a la práctica. Me gusta equivocarme por mí misma y que luego me digan: "te lo dije...". No puedo reprochar, me callo xq siempre llevan razón. Soy una especie de "erradora" vocacional, qué le vamos a hacer.
Ese libro de Lucía E. tiene partes buenísmas, me encantó. Me dan miedo las relaciones que despersonalizan,acaban fagocitando y te conviertes en un títere. Es ahí, por ejemplo, cuando se necesita un buen consejo, el ojo ajeno de alguien que te diga "esto NO".
Un beso (las equivocaciones son parte de arcilla que nos construye, nos hacen más fuertes)
Ezne -
Con respecto a "Ojos Tristes" las cosas o se sienten o no se sienten. Muchas veces la logica se queda aplastada ante los razonamientos que nos ofrece el corazón....
Somos imperfectos porque el mundo es imperfecto. nada más.
Gracias por tus palabras en el blog, la verdad es que me han animado mucho!!
Nos vemos a mi vuelta vale??
Un beso
AOH/Rasczak -
Nadie es perfecto en todo, pero puede ser "idoneo", perfecto para algo o alguien.