Con otra perspectiva
Me he enganchado a un programa de televisión que se llama La casa de cristal. Se trata de una casa donde conviven seis mujeres que tienen un problema, y lo quieren resolver. Hay un psicólogo (es hombre, con una cara de buena persona que no puede con ella) y dos coach (mujeres, una española y la otra argentina).
No todas las chicas saben dónde radica su problema, pero las seis llevan mucho tiempo dándose cuenta de que no son felices, y están cansadas de vivir así, sin ganas, esperando siempre algo que no llega, con altibajos emocionales, con miedos, y llorando sin motivo. Y eso lo quieren cambiar.
Me ha enganchado totalmente, incluso me lo grabo cuando no lo puedo ver. Me gusta escucharles, y notar las transformaciones por las que van pasando a medida que llevan a cabo la terapia.
Son seis historias diferentes. En realidad siete, porque una de las chicas tuvo que abandonar el programa y han metido a una nueva. Pero hoy quería hablar sobre Vega. No es la que más me gusta de todas, quizá porque me identifico menos con su problema, pero ayer dijo algo muy importante.
Hace un tiempo, le tuvieron que operar de una aneurisma. Además de la cicatriz que le cubre parte de su rostro, le han quedado secuelas más profundas, como lo cercana que ha tenido la muerte. Y no lo superaba. Vivía con la agonía de pensar que le podría pasar de nuevo.
También le hizo replantearse su vida. Trabaja como teleoperadora en el servicio de urgencias, algo demasiado estresante. Y... bueno, después de un par de semanas trabajando con los psicólogos, es la primera en estar preparada para salir. Ha entendido, al fin, que tiene que vivir con esa enfermedad. Aceptarla. (¿Cuántas veces nos negamos cosas que han pasado por todo el daño que nos producen? Yo... infinidad de veces). Y va a cambiar de trabajo, se ha buscado nuevos proyectos. Si está intentando ser feliz, lo más lógico es hacer algo, ¿no? Esto que parece tan fácil y razonable... no todo el mundo está dispuesto a realizarlo.
En una de sus últimas conversaciones con el psicólogo, le decía que se sentía liberada. Como si se hubiera quitado un peso de encima. Que se había dado cuenta de que había salido de su mundo, para mirarlo todo con otra perspectiva. Que su problema se había resuelto, porque ella era la que había abierto la mente, había dejado de pensar como hasta entonces. Es como cuando haces siempre algo de la misma manera, pero te va mal. Y un día decides cambiar tu forma de hacerlo, y te das cuenta de lo genial que va todo después.
No sé si me explico, pero esta foto lo representa muy bien. Es un hombre que decide salir de su mundo, a ver qué cosas descubre fuera.
8 comentarios
Estrella Fugaz -
Ya nos contarás más cosillas del programa, que yo no lo puedo ver desde aquí ;)
Melanie -
Cierto, la imagen también se ve muy interesante... muy buena... es foto?? o pintura?? se me ocurrió una fotografía así... énfasis tamaño relativo... que buena, ehh...xD!!!
Feliz día del maestro....??o.O!!
jejeje... Saludosss.... bye byee...
Mel guas hir... jiji
monocamy -
:D
monocamy -
Supongo que el punto de inflexión es la "autoridad" a la que damos legitimación. Es decir, un amigo con sentido común puede aconsejarnos con idéntico éxito o criterio que el mejor psicólogo reconocido. Sin embargo, cuando lo dice un psicólogo prestamos más atención o nos sometemos a sus consejos, por la autoridad intelectual que ostenta.
Ay, pero qué simples somos... :)
Te mando muchos besos, éstos complicados y retorcidos :P
Pikifiore -
Besis
Etiam -
Me contaron una vez una historia muy bonita, no sé si la conoces: una maestra le dijo a sus alumnos que como ejercicio, debían llevar esa semana, todos los días, la mochila cargada de piedras. El último día, les preguntó cómo se sentían, y todos respondieron que enormemente cansados. Les dijo: quitaros la mochila. ¿A que ahora os sentís mucho mejor? Esa misma sensación es la que se tiene cuando conseguimos quitarnos nuestra mochila de problemas de encima...
Un besito
AOH/Rasczak -
Justo como el tipo de la ilustración.
Pikifiore -
Besitos