Cuando empecé la carrera conocí al
Gallego. Él era mayor que yo tres años y siempre ha sido, ante mis ojos, un vividor. Por eso tal vez me enamoré de él...
Me hacía gracia su aire de despiste, cuando se dormía en clase y lo que tardaba siempre en contarme las cosas. Eso a veces me llegaba a desesperar. Lo que más me gustaba de él, era que podía hablar de todo, y me enseñó muchas cosas. Aunque sabía que no era para mí, no fue hasta el año siguiente cuando lo comprendí.
El
Gallego me hizo dos regalos sin él saberlo. Un día llegó a clase con un libro Sidharta y me lo dio. No tardé nada en leérmelo y en él aparecía el nombre de kamala. Ella era la Princesa, la bella entre las bellas y eso nunca lo olvidé. Quién me iba a decir a mi que me iba a sentir tan identificada con ese nombre, que se convertiría en mi otro
yo, el que desvela lo que no quiero contar...
El otro regalo fue de nuevo un libro. Me dijo: kamala, es muy tierno, te encantará. Tenía razón, es mi libro favorito (mi planta de naranja lima).
Por cierto, él fue el primero en llamarme kamala. Me resultó raro, pero me gustó como me sentaba.
Por esos días descubrí el mundo de internet. Nos fuimos unos amigos y yo a un ciber para ver de qué iba eso de chatear. Al principio me resultó aburrido, pero esto es otra historia... Quedamos en que me inventaría una dirección para hacerme un correo electrónico.
No tenía ni idea de qué poner. El nombre de kamala me vino rápidamente a la cabeza pero... era demasiado corto. Sinceramente, no recuerdo dónde leí el nombre de Patmos. Tal vez apareciera en ese mismo libro... no lo sé, pero un día le conté a una tía mía esto de los correos. Le pregunté que qué tal le sonaba kamalainpatmos y ella dijo que era muy bonito, que Patmos le había encantado. Me quedé a cuadros.
¿Qué es Patmos? le pregunté-.
Es una isla griega preciosa. Estuve allí cuando hice ese viaje por Europa. Yo ya no paré de hacerle preguntas, y cuando me enseñó las fotos, decidí sentar a kamala definitivamente en Patmos.
Lo de in significa en, para que tenga sentido, pero en latín, no en inglés. Era un pequeño matiz que quería destacar.
El libro de Sidharta fue una casualidad desde el principio.
Cabecita loca lo tiene en su casa, y un día lo cogí para echarle un vistazo. La persona que se lo regaló, le escribió la dedicatoria más bonita que he leído nunca, por eso cuando el
Gallego me lo dejó, supe que debía leérmelo.
Hoy he ido a la biblioteca a estudiar y he cogido algunas guías griegas de viaje. He estado leyendo algo acerca de Patmos para contároslo y en una de ellas había unas flores prensadas del último lector. ¡Qué bonitas! Me las he quedado con la ilusión de que esa persona hubiera estado en realidad en Patmos y me las trajera de allí.
Se trata de una isla muy pequeñita, de 12 km de longitud. Es bastante religiosa, y allí San Juan escribió El Apocalipsis (¡glup! si lo sé elijo Corfú).
Dice que
atrae por igual a amantes de la cultura, personas devotas, gastrónomos, gentes ávidas de sol, adictos a las compras, aficionados a la vela, lectores empedernidos y, en general, a los viajeros que tan solo anhelan relajarse. Esto sí que me ha gustado, es lo que quería hacer con el blog y con mi nick en particular, conseguir llegar a todo tipo de gente con mis palabras y que aquí, se sientan a gusto.
La foto no me encanta, pero había poco donde elegir. Por lo menos veis su forma.
¿Sacié vuestra sed de conocimientos?