Blogia

kamala in Patmos

Un poco de todo

Un poco de todo

Bueno bueno bueno… ¿habéis visto? también tengo blog nuevo, ya estoy con la otra versión de blogia, y está muy bien, mejor que la otra. Ahora me tengo que poner un poquito a investigar y modificar cosas, a ver si robo algo de tiempo.

 

Mi ordenador está peor de lo que pensaba. No sé qué pasará al final… estoy harta. Además es que nadie es capaz de decirme por qué le ha pasado lo que le ha pasado, y los técnicos, me parece que se aprovechan de mis pocos conocimientos… En fin…

Así como quien no quiere la cosa, voy a hablaros otra vez del chico de la sala de informática. Todos los días le veo a primera hora, antes de entrar en clase (para que me de tiempo a leer los correos), pero por lo general sólo cruzamos el típico hola, y ya está. Últimamente hemos hablado más, porque me siento, no en el ordenador que está a su lado, si no en el adyacente, que queda justo al lado de la pared y no hay nadie detrás, así puedo estar tranquilita sin que nadie me cotillee.

El día que se me estropeó el ordenador, le eché cara y le estuve haciendo un interrogatorio sobre qué le pudo pasar, por qué se quedó colgado y el significado de que huela a quemado. Dos o tres días después, llego a la sala y veo un cartelito que pone: “faltan 13 días”. Le pregunté que para qué y me dijo que dejaba el trabajo.

Ahora todos los días cambia el cartelito, y ya sólo faltan 5 (o sea, que se va el viernes), pero durante el tiempo que me paso en la sala, TODO EL MUNDO le pregunta por el significado del cartel. Ayer ya le dije:

- Madre mía, todo el santo día con la misma preguntita. ¿No te cansas?

- No jajaja, a ver si así alguien me trae un regalo.

- Te juro que soy capaz de venir el viernes sólo para ver si alguien te ha regalado algo. (Aquí se lo puse bien fácil, imaginaréis su respuesta, ¿no?)

-  Podrías traérmelo tú… jajaja.

Aquí sonreí, pero… la verdad es que había pensado en darle un detallito, porque el chico es muy atento siempre conmigo. Os lo cuento para que me deis alguna idea (y dádmela, no seáis así...).

Cambiando un poco de tema… Anoche estuve por ahí tomando algo, y me gustan las conversaciones que nos traemos porque hablan de futuro, (cursos para mejorar el currículum, becas, masters… y un montón de cosas más). Me anima mucho, porque hace que me entren ganas de estudiar y así librarme de las asignaturas de la carrera para continuar avanzando.

Con la tontería, acabamos en un sitio más tranquilo (parecido al de la foto)-algunas ya estábamos afónicas de tanto hablar con esa música ensordecedora-. Nos dio por recordar el último viaje a Suecia y Dinamarca. Pero sin querer, me acordé de que el otro día, aquel en el que hablé con alguien de por aquí, me dijo que mi voz era dulce. Me quedé sorprendida, porque a mi no me lo parece. Es que yo no me veo dulce, hay que partir de ahí, pero su voz sí que era melosa… El caso es que se lo pregunté ayer a mis amigos, y me dijeron que la tengo un poquito de pito (pero poco)(a mi me da rabia incluso que sea un poco, porque no me gusta nada, pero bueno...), pero decían que, definitivamente, mi voz engancha. ¡Ja! esto sí que me gustó jajajaja. Está bien, porque así la gente se mantiene atenta cuando hablo.

Esto lo he analizado. A veces noto que me paro a mitad de una frase cuando hablo, o que me aturullo con lo que quiero decir. No siempre me pasa, pero he comprobado que suele ser cuando estoy con mucha gente y les cuento algo. Hablo muy rápido porque sé que la gente se cansa de escuchar, y yo… soy incapaz de resumir lo que quiero decir. Me gusta contarlo todo al detalle, así que, suelto la frase lo más rápido que puedo, para que no se me despisten, pero a veces… me hacen confundirme. No quiero coger esa costumbre, más si me gustaría dedicarme a dar charlas y conferencias… Pero bueno, ya se verá.

Me voy a ir despidiendo, que aún me queda colgarlo. Sé que cambio un poquito cuando os hablo de mi vida cotidiana a cuando escribo en plan serio, pero si me lo pienso tanto, al final no cuelgo nada.

He pensado que a lo mejor os apetece saber algo en concreto de mi, podéis preguntar lo que queráis, y con ello haré un post (si me interesa la preguntita, claro, que sé de vuestras mentes sucias). Así que, el próximo artículo que escriba, tendrá vuestra pequeña aportación.

Un abrazo, que me he dado cuenta de que casi no os doy.

Cinco sobre vecinos

Hola, como no he visto las cinco de esta semana todavía, he cogido unas que he visto en el blog de Susana.

1.- ¿Tienes vecinos?
Sí, tengo vecinos, pero es fácil el conocernos por que sólo hay tres pisos.

¿Les conoces?
Claro que les conozco. En un piso vive un matrimonio mayor. En el otro un matrimonio con dos hijos –aunque son tres hermanos, el mayor ya se ha casado-. Y después está mi casita.

2.- Cuando llegaste de nuevo a tu casa, ¿te presentaste a los vecinos? ¿Les invitaste a tu casa? ¿Lo hicieron ellos?
La verdad es que yo sólo tenía tres años, pero sé que mis padres ya conocían al matrimonio mayor. Antes teníamos otros vecinos que tenían dos niñas, y mi hermana y yo solíamos jugar con ellas.

(Bueno, como las preguntas son un poco rollazo y rápidas de contestar, me voy a enrollar un poquito y voy a contar alguna anécdota…).

Pues nada, cuando llegaron los que habitan el segundo piso, yo tendría unos ocho años. Yo vi que había dos niños, uno de mi edad –chico- y una niña de un año o dos menor que yo.

Uno de los primeros días que nos vimos por la calle, la miré y me sacó la lengua, ¡bueno! Esa imagen la tengo grabada en lo más profundo, porque retiró la mirada tan rápido, que no me dio tiempo a sacarle la lengua yo. O sea, que la enana esa me había vencido. Ufff, qué malita estaba yo… Desde aquel día me dediqué a retarla y… no volvió a ganarme ¡jamás!

Al poco tiempo, mi vecina le pidió el favor a mi madre de llevar a sus hijos al colegio a la vez que nos llevaba a nosotras. Incluso tenía que bajar a ayudarles a vestirse, darles el desayuno, ayudar a la niña a peinarse… Y a mi me corroían los celos por todos los lados… Es que no me hacía ni pizquita de gracia ver que mi madre atendía a otros, pero más bien era a la niña esta.

Un año por Reyes, nos regalaron unos estuches de “Crayola” que tenían de todo, incluidas acuarelas (me encanta esta palabra). Mi estuchito estaba impecable, y las pinturas me daba pena utilizarlas, y reservaba el estreno de las acuarelas para otro momento (no preguntéis por qué). Cuando quería utilizarlas, cogía las de mi hermana y ya está –ella pasaba de todo, le daba igual-.

¿Qué porqué cuento esto? Porque un día mi vecinita se puso mala. Se levantó vomitando algo verde (¡qué asco! había cenado puré) y claro, no fue al colegio y pasó el día en mi casa. Yo de esto me enteré cuando llegué a medio día para comer, que me fue a recoger mi abuela. Cuando llegué, ví que la niña tenía un estuche de crayola entre manos, y me acerqué corre que te corre, a ver si era el mío o el de mi hermana, porque estaba usando las acuarelas. ¡NOOOOOOOOOOO! ¡¡Había cogido el mío!! Me puse como una fiera, me dio igual que estuviera ella delante o no, lloré cuanto quise, le eché la bronca a mi madre por haberle dejado el estuche…

En fin… después nos hicimos amigas, pero siempre hubo tiranteces entre nosotras. Ahora sin embargo, apenas hablamos. Ayer mismo nos cruzamos por la escalera y nos saludamos y sonreímos. Un rápido ¿qué tal? y poco más.

3.- ¿Cuáles crees que son las normas de convivencia que todo buen vecino debería respetar? ¿Las respetas tú?
Sí, yo creo que sí. Además, nos solemos ayudar. A lo mejor mi hermana y yo ponemos la música un poco alta, mi madre siempre nos está regañando. Y creo que va a tener razón, porque hubo un tiempo que me dio por escuchar una canción y estaba todo el día con ella en la minicadena. Un día, mientras estudiaba, oigo a mi vecino, que andaba por su terraza, que la cantaba jajajajaja. Qué fuerte, yo partida de la risa, porque era en inglés y él… ni idea de idiomas…

De ellos la verdad es que no me puedo quejar. A lo mejor que como fuman, cuando dejan mucho tiempo abierta la puerta de su casa, la escalera huele un poco, pero… nada más.

4.- ¿Tienes o has tenido algún vecino que te hiciera entrar ganas de cambiarte de vivienda? ¿Por qué?
No.

Como dejar así la pregunta me parece, no una brevedad, si no una nadería… voy a contar otra anecdotilla.

Pues nada, antes de estos vecinos, vivían otros que tenían las dos niñas. Una era de la edad de mi hermana y la otra de dos años.

Un día, bajamos a jugar. Estábamos: mi hermana y la niña mayor, de 5 años, un primo de las niñas y yo de cuatro, y la otra niña, de 2. No sé a qué estábamos jugando, que pasó algo injusto. A mi no me daba la gana hacer lo que mandara el niño, y claro, su prima se puso de su lado y mi hermana también. Me dejaron sola, y no me dejaban jugar a nada. No es que yo quisiera, pero después, la diversión fue meterse conmigo. Acabamos pegándonos y todo, porque el niñito me dio una torta. Y yo, que tenía la mano muy larga también, pues… a guantazo limpio. El caso es que fueron algo crueles –mi hermana no me hizo nada, pero tampoco me defendía, nos habíamos peleado aquella tarde y supongo que me guardaría rencor-. Pero lo que más me sorprendió, fue que la niña de 2 años, se acercó a mí, y parecía que se estaba dando cuenta de todo, del vacío que me estaban haciendo, y me dio un cuento. Yo, hasta ese momento había pasado de la niña… pero me di perfecta cuenta del detalle aún con 4 añitos.

(Jajajajaja, ¿¿¿seguís aquí leyéndome??? Jajajajajaja, ¿pero cómo me aguantáis?)

5.- ¿Alguna anécdota divertida sobre la convivencia entre vecinos?
En mi calle hay algunos pubs. A mi no me molestan, porque mi habitación da al otro lado de la casa, por lo que duermo perfectamente sin ruidos (sin ruidos, porque dormir dormir, ya sabéis que fatal, llevo unos días uffff).

Un día estaba en casa por diez minutos, saldría enseguida. Entonces decidí escuchar una de mis canciones favoritas “a todo volumen”, y así lo hice. En mi momento más eufórico, cantando a pleno pulmón, oigo el timbre de la puerta. Glup, si es puerta, y no telefonillo, seguro que es algún vecino… y menuda vergüenza si viene a decirme que baje la música… -me dije.

El caso es que abro, y aparece una vecina, pero del edificio del al lado, que venía a que echáramos unas firmas en protesta de la música tan alta que ponían los del pub de abajo, y que no les dejaba dormir… Ay Dios… yo, con una cara terriblemente roja, firmé donde me dicho sin rechistar, a pesar de que la mujer se debió pensar, al subir a mi casa, que se encontraba en alguno de aquellos bares…

Feliz fin de semana a todos. Un beso.

La noche del eclipse

La noche del eclipse

Jobar, se me ha estropeado el ordenador. No me lo puedo creer. El otro día se me bloqueó y desde entonces, no he podido reiniciarlo. A ver cuánto tiempo me tiro así...

Tengo mil cosas que contar, como siempre. El mes pasado me dio vergüenza ver lo poco que había escrito, y me juré y perjuré que no volvería a pasar. Y mira, si antes lo digo... ¿Destino? no sé no sé...

Os quería contar lo bonito que me pareció el eclipse. Lo iba a ver con Rainbow, pero ninguna de las dos teníamos gafas, y Gatita nos dijo que seguramente regalaban en la facultad. Pues nada, allá que me fui el día 3, con intención de ir a clase (como buena alumna) y después salir al parque de las ciencias, a verlo.

De camino a la facul, vi un tumulto de gente que hacía cola en el jardín botánico. Me imaginé que era para ver el eclipse, así que me quedé en la cola e investigué un poco. Llamé a Rainbow para que no se entretuviera y llegase antes de las 10:20, porque a partir de entonces, no se podría pasar al jardín. Faltar el primer día de clase, a fin de cuentas, no tenía mucha importancia. Estoy segura de que dentro de unos años, no me acordaré absolutamente de nada de ese primer día de clase, pero no se me olvidará lo bonito que fue el eclipse.

Cuando abrieron la puerta, le mendigué dos gafitas a la chica de la entrada. Al principio no quería, se resistía porque decía que no podía dar a todo el mundo más de una, pero... yo de ahí no me movía si no era con dos gafas, y ¡las conseguí! Bueno, pues nada, haciendo tiempo mientras esperaba a Rain, di una vueltecita por el jardín. La verdad es que tenía ganas de verlo, tanto tiempo pasando por su puerta y no haber tenido un rato para entrar... algún día tenía que ser el primero.

Me puse las gafas y el sol se veía genial. Nunca lo había visto así. Por todos lados había gente con diferentes métodos para ver el eclipse. Por ejemplo, algunos empleaban un tubo de cartón, largo, tapado con papel cebolla por ambos extremos. Dejaban pasar la luz a través de uno de ellos y el sol tapado por la luna, se observaba en el otro extremo.

Otros, hacían un agujero a un papel, y si ponías tu mano a una distancia de alrededor de un metro, la luna quedaba reflejada en ti. Es justo lo mismo que pasaba con los árboles, que la luz penetraba a través de todas las hojas, y en el suelo se veía ese efecto de luz y sombra tan bonito...

Era la primera vez que veía un eclipse, los demás no los he visto, aunque recuerdo uno especialmente. Estaba en Alicante con Corazón de León, pero yo no tenía gafas, y tampoco me llamaba mucho la atención. Lo quería ver, pero sin gafas, iba a ser imposible. Corazón de León, no pensó lo mismo, él lo tenía que ver, ¡por narices!. El caso es que echó un vistazo, y se cegó, y por la tarde, me lo encuentro, y me pidió que le acompañase a una óptica a ver qué le decían.

Mirad... cuando llegamos allí, ya nos íbamos riendo. Me acuerdo perfectamente de lo que íbamos hablando, lo que pasa es que... no sé si... a él... le importaría que lo contara.... bueno, sí, lo cuento, espero que no te importe. Resumo diciendo que la conversación iba sobre revistas porno jajajajajaja. Mejor lo dejo aquí, pero yo me tronchaba de la risa. Al pasar a la óptica, yo aún seguía "risa va, risa viene" y Corazón tuvo esta conversación con la chica de la óptica:

- Hola
- Hola. ¿Qué querías?
- Es que esta mañana he mirado el eclipse, y ahora veo mal. Venía para ver si me podiais decir algo, o para ver qué me puede pasar.
- Bueno, pues... puede ser que se te quedes así para siempre o incluso te puedes quedar ciego.
- ¿?¿?¿?¿?
(Kamalita aquí se tuvo que dar la vuelta partida de la risa. Ay Dios, yo no podía aguantarme, porque teniais que haber visto la cara de "cagado" que se le quedó a Corazón de León. Y claro, también me acordaba de la conversación de antes y... vamos, que no podía más).

Bueno, le hizo pasar a una sala para mirarle los ojos. Sólo añadiré, que si antes no podía aguantarme, ahí ya sí que me daba algo, porque todo era como de juguete a su lado. Él, que es muy alto, todo lo quedaba pequeñito jajajajaja. Qué risa... Al final, todo quedó en un susto.

Sigo con el eclipse de 2005... Nada, decidí acercarme a mirar por los telescopios que los estudiantes de física y matemáticas habían puesto por el jardín. Iban a hacer estudios y yo escuchaba atenta todas las preguntas que la gente les hacía. Tenían también un aparato que medía la humedad relativa, la temperatura, la presión y la hora (algo más, pero no me acuerdo).

Con los telescopios se veía muy bien, además, ampliado. Nos dijeron que en la facultad de físicas había otro mucho más moderno por el que se veía una imagen mucho más nítida, pero aquel día el sol estaba muy limpito, y se veía igualmente bien con esos. Decían, que lo importante de los telescopios era el filtro, que es el que absorbe parte de la radiación que proviene del sol, la dañina, y por eso se puede ver a su través.

Cuando llegó Rainbow, estuvimos pensando un poco sobre todo el tema de las radiaciones. Concluimos, que la radiación que absorbía el filtro tenía que ser la UV y parte del visible, que es lo que emite el sol, pero el físico -también estudiante- nos dijo que además absorbía la infrarroja. No sé... Esta radiación es la que desprende la tierra, aquí... no estábamos muy convencidas. Voy a ver si leo algo por aquí, en google. En clase tengo una asignatura que va sobre esto de radiaciones, y pensé que el martes la profesora nos contaría algo interesante, pero no. Mi gozo en un pozo. Como me quede alguna duda, se lo preguntaré.

Y nada, cuando llegó la hora de ver el eclipse -aunque no parábamos de mirar de vez en cuando cómo iba la cosa- nos pusimos de frente a él -no como Corazón de León, que se sentó en un banco de espaldas al sol. Cómo cambian las cosas con los años, ¿verdad? de pequeño bien que miraba, y luego mira...-. Fue muy bonito, precioso. Yo quedé encantada, parece mentira que ocurran tantas cosas bonitas en la naturaleza y a veces ni nos paremos a observarlas...

Me gustó también el verlo con Rainbow, porque nos llevamos muy bien, y me conoce, y sabe que con estas cosas me emociono, y si soy muy expresiva y si le digo mil veces ¡¡me encanta, es precioso!! ella no va a decir nada. Nos pasamos la mañana hablando sobre todo lo que habíamos oído, sobre los anillos del sol que hacían que no se viera tan nítida la curva concéntrica...

Me acuerdo que por ahí había una planta que olía fatal, estábamos en el botánico, claro. Cuando acabó el eclipse, los niños que habían venido con el colegio, aplaudieron entusiasmados (¡qué ricos!) y cuando pasaron por nuestro lado, Rain y yo nos quedamos escuchando a ver qué comentaban, pero... ¡ay madre! así son los niños. En un segundo habían olvidado por completo el eclipse y sólo hablaban de lo mal que olía por la zona jajajaja. Es curioso, pero es cierto. Los niños pasan de una cosa a otra tan rápidamente...

Bueno, cuando nos íbamos después de haber visto ese momento estelar, nos acercamos otra vez a los físicos. Rainbow y yo, habíamos sentido esa sensación de frío en el momento en el que el sol quedaba más oculto por la luna, y comprobamos, por aquel aparato que medía tantas cosas, que había descendido ¡¡¡9.2 grados en aproximadamente una hora!!! Increíble. De 20.6 a 11.4ºC. Además, se pudo observar cómo se oscurecía un poco... Qué bonito, qué chulo.

Nada, ya acabo... jajajaja, menuda paliza a eclipse os estoy dando... Ya nos alejábamos, cuando un chico nos abordó. Nos había estado escuchando preguntar tanto, y nos quería hacer una entrevista para el periódico ¡Qué! y... bueno, nos dejamos, porque no salíamos por cámara. Al día siguiente, cogí el periódico, y... jajajaja, sí que salíamos. ¡Qué bueno! el minititular decía algo así como "nos apuntamos para 2026" que será el proximo eclipse. Nosotras no dijimos esa chorradita, pero bueno jajajaja, le perdonamos, porque el chico fue muy majo, y sacó nuestros nombres, y también aquel día era su cumpleaños, y estaba trabajando. Fue un bonito regalo el que su jefe le dejara publicar, ¿verdad?

Por último que... ya colgaré foto cuando tenga mi ordenador bien. Y como anécdota cuento algo rápido porque quiero que quede aquí escrito. Que... cuando veía eso tan bonito, me acordé de Ojos Tristes. Pensaba en si él lo estaría viendo, y estaba segura de que le hubiera encantado estar ahí, mirando los métodos que utilizaban otros, los telescopios, y todas las cosas que nos contaban. Él me dijo, que también se acordó de mi. Ya sabéis, aquí, sonrisilla boba. Me alegro de que algunas cosas, no cambien y que a pesar de la distancia que últimamente prima, nos sigamos acordando el uno del otro.

Lo he titulado así, porque quedaba más poético jajajaja.

En fin... que ya nos veremos. Cruzad los dedos para que no me quede sin ordenador por mucho tiempo. Muchos besos mientras tanto, seguid escribiendo.

Inglis pitinglis

Inglis pitinglis

Las cinco del viernes las cuelgan muy tarde, por eso nunca las puedo hacer y no me apetece buscar algunas chulas en otros blogs, así que hoy cuento lo de inglés. Pero antes diré, que a mi coleguita de la sala de informática le queda muy poco para irse, y hoy, después de un año y pico, le he preguntado que si se llama E. Me ha dicho que sí, yo le he dicho el mío y me ha contestado, “ya”. Eso me demuestra que se había parado a leer mi carnet, cosa que nunca le he visto hacer, y eso que siempre me fijo.

A principios de octubre empecé mis clases de inglés (ni en la facultad ni en la escuela oficial de idiomas, es en una academia -esta notita es para aclarar las dudas de Marta, jajajaja-).

No es el primer año que voy, pero el curso pasado lo dejé a la mitad. Tenía muchas cosas que hacer por lo que no me quedaría apenas tiempo para estudiar. No me arrepiento, porque el grupo que me tocó no me gustó. Estaba algo incómoda en clase, la gente era repetidora y había mucho listillo por ahí, eso me cohíbe a la hora de lanzarme a hablar.

Por eso este año iba con... miedo. Aparte de las pocas ganas de ir, me da mucha pereza, y tras un año sin haberlo tocado, lo tenía medio olvidado. El caso es que cuando llegué, la clase estaba semillena, éramos ocho y conmigo ya había seis personas.

Para que os hagáis una idea de cómo es la clase, la explicaré un poco:
se abre la puerta y a la derecha está la pizarra y la silla del profesor. Frente a la puerta un gran ventanal que da a una plaza que me encanta, y en disposición de abanico, se encuentran nuestras sillas a la izquierda.

Yo me senté en uno de los extremos del abanico. La situación era algo incómoda, porque todo el mundo estaba callado. Cuando ya estaba preparada y esperando a la profesora, una chica del otro extremo me preguntó que si era yo la profe, y claro, me partí de risa y le dije que no. Fue algo así:

- ¿Eres la profe?
- ¿¿Yo?? jajajajaja, no, ¿por? (mi madre odia que digamos "por" y no "por qué" jajajaja).
- No sé... es que...
- No. Si lo fuera, no hubiera dejado estos minutos tensos de silencio... jajaja

Y bueno, aquí la gente se rió. Luego otra compañera no dejaba de mirarme, y como me sonaba su cara, le pregunté que si nos conocíamos de algo (no sabéis la de gente que me dice que mi cara les resulta conocida, ya es que me asusto). Me dijo que no, pero yo indagué y al final habíamos ido al mismo instituto. Me preguntó mi nombre y yo le dije el mío.

El resto de la clase, parecía que estaba presenciando un partido de tenis, iban de la una a otra, y después de decir nuestros nombres, les pregunté al resto.

Al momento llegó otro chico algo mayor, treintañero, y con él, la profesora. Es maja, se llama Liz (mira, ya paso de inventarme más nombres, porque veo que se me da fatal y además, me parece poco probable que den conmigo). Es rubita, me parece que de Escocia y se le entiende genial.

Al ratito llegó una chica con la que coincidí otro de los años que estuve en la academia, y me encantó, porque es muy agradable, y curiosamente también fue al mismo instituto. Se llama Maite.

Pues nada, que terminó la clase y yo tan contenta, porque me sentí muy a gusto durante toda la hora y media que duró. Con los compañeros muy bien, nos echamos unas risas y fue un rato entretenido. Me encanta cuando estoy así, porque se puede bromear y no pasa nada... (yo soy muy dada a bromear, que luego cuando lo pienso fríamente, me da vergüenza).

Considero fundamental el estar bien con el grupo, porque en las clases de inglés se habla de todo, y es mejor si te encuentras cómoda para contar tus cosillas. Por ejemplo, el otro día tuvimos que contar lo que habíamos hecho durante el fin de semana. A mi me tocó al lado de Maite, que con ella tengo confianza, pero después lo tuvo que explicar al resto, así que... allí nos enteramos todos de todo. O si no, se pregunta. Otro ejemplillo... el chico que llegó a la par que la profe el primer día, el que era mayor, se sentó cerca de mi ese día. Como eran las presentaciones, Liz nos dividió en subgrupos de tres, y me tocó con él y con otra chica que se llama Olga, e hicimos algunas preguntillas. Ella me preguntó la edad, y yo, ni corta ni perezosa, se la pregunté a Él. Jeje, tiene 35, algo mayor para mi. Dijo suprofesión, piloto (ummm piloto...) y Olga tiene 30. Yo creo que hubo feeling entre los dos, ya os iré contando cómo acaba la historia.

El resto... son majos todos, la verdad. Me llama la atención un chico, pero no sé cuántos años tiene, creo que es menor que yo. Estudia ingeniería aeronaútica (cómo suena, ¿verdad?) y parece inteligente. Además es muy majo, también gasta bromas, mira siempre al hablar, escucha, está atento... No sé. Se llama David.

Después hay otro que se llama Abraham. Al principio... su cara no me dijo nada, pero me senté a su lado para hacer no sé qué (ni se os ocurra pensar mal, esto va por los chicos) y también era muy majo, tenía sus golpes. No sé qué dijo que nos partíamos de risa... ¡Ah sí! se empezó a reír porque había una frase súper típica. Decía algo así como que los españoles siempre viajábamos en verano a Alicante o al pueblo. Como es pijín, pensé que se reía por la imagen que dábamos los españoles, pero claro, él se limpiaría las solapas pensando que no tenía nada que ver con eso, que él veranearía en Xanxenxo. Pero me equivoqué. Yo le dije que solía ir a Alicante, y él se rió, porque se va al pueblo jajajajajaja. ¡Toma ya el pijito! (tiene novia me enteré el lunes).

De las chicas... hay poco que decir. Una de ellas me cae bien, porque tiene mucho desparpajo, no se calla nada. Pero las chicas no interesan, ¿verdad? Maite y yo vamos a quedar algún día para ir al cine a ver películas en versión original, y he pensado que podríamos avisar a alguno de los chicos. Ya os iré contando.

Así que, resumiento (esa palabra está dedicada a AOH), que estoy muy contenta, aunque el otro día me pasó algo que me jorobó un poquito, pero ya lo contaré en otro momento...

Un beso.

Bobadas varias

Buenos días chicos. Ay madre... mira que viendo el mes de septiembre, que no escribí nada, me prometí que no ocurriría lo mismo en octubre, pero llevo peor camino. Sin embargo, ahora tengo más o menos excusa, el ordenador sigue estropeado... ¡y lo que le queda!, porque ayer ya le llevamos a arreglar y la semana que viene "nos dirán algo". Ay Dios...

Tenía pensado hablaros un ratito de mis clases de inglés, que empezaron a primeros de mes, pero me he puesto a escuchar una canción que me ha enviado un amigo por email y me está dejando tan tranquilita... que no sé qué me saldrá al final.

El día ha empezado con un pie regular. Digo lo de regular, porque anoche tardé en dormirme, y esta mañana tenía sueño. Cuando salía de casa, la última canción que han puesto en la radio ha sido "baby can't I hold you tonight", que casualmente era la que estaba escuchando cuando mi ordenador decidió (sin permiso) tomarse unas vacaciones y a mi dejarme arruinada en los cibers... La radio parece que se ha contagiado con lo del pc, porque también se ha bloqueado a mitad de canción. ¡Qué mal me sienta que las dejen a medias!

Hay más motivos por los que no escribo. Por una parte, me gustaría hablar de todos los libros que he leído últimamente, que me han llamado mucho la atención, pero me debato entre dos puntos, primero, que no sé si os resultará interesante, y el segundo, es que sí me gustaría hacerlo para después recordarlos. Me da mucha rabia olvidarme de las historias que leo. Luego pienso que por qué tengo que pensar tanto si resultarán interesantes o no y... nada que... al final no escribo.

Muchas veces he empezado a contar algo sobre mis amigos, pero me parece que invado su intimidad. Pienso que si leyeran mi blog -lo cual no es del todo imposible- tal vez no les guste ver que hablo de ellos. Así que... otro tema censurado.

Ya me va quedando poco tiempo, entro ya a clase, y por lo menos quería dejaros un saludo. Sólo deciros que el martes hablé por teléfono con una persona que he conocido por aquí. Era la primera vez, y fue algo extraño, porque nos conocíamos y teníamos cosas que contarnos, pero la voz... era algo nuevo. La verdad es que me encantó charlar con ella. Me hizo mucha gracia después recordar la conversación, la de preguntas que nos lanzamos... las risas... pensar lo que me decía su voz... y alguna que otra cosa más (aquí seguro que hay uno que se pica, y no va por Ojos Tristes, jejeje).

Ahora sí que me voy. A ver si escribo más y me dejo de tonterías. La última notita es que el chico que está en la sala de informática de mi facultad se va, y a mi me da penilla. No sé si es que me he encariñado con él o es que no me gustan los cambios y él me resulta ya algo familiar... En fin, que nada es permanente, todo es efímero...

Muchos besos.

Un día como otro cualquiera

Hoy es uno de esos días raros en los que no sabes muy bien cómo te encuentras. El tiempo también acompaña. Día triste... nublado... y con la amenaza de llover de un momento a otro. No me importa, nos hace mucha falta. Y casi prefiero que las gotas de lluvia emborronen mis palabras, así nadie notaría cómo me siento. Eso estaría bien...

Me he despertado algo cansada. Me suele pasar cuando no duermo en condiciones. Cuando un pensamiento se queda más tiempo del necesario rondando en mi cabeza, si no lo sustituyo por otro rápidamente... estoy perdida.

Pongo la radio mientras desayuno. Parece que tengo un acuerdo tácito con la emisora, siempre me regala una canción que me anima a empezar el día con buen pie. La de hoy ha sido "I just call to say I love you" (sólo llamaba para decirte que te quiero) y me resulta inevitable no sonreir. Pero sonrisa triste... como el día.

Salgo de casa temprano, antes de tiempo, tengo que hacer mil cosas... Durante el trayecto las enumero, pero camino de la facultad me permito un ratito soñar despierta. Es algo que me encanta, por eso no me gusta encontrarme con nadie, son de los pocos minutos que tendré en el día para estar sola, y quiero pensar en lo que yo quiera.

Al llegar a clase, comienza la jornada. Sin parar de charlar... de reír... atender a los profesores... tomar apuntes... mirar en cinco minutos los emails... Y vuelta a casa para comer. Esta vez voy acompañada por mis amigos.

Las tardes de otoño, son aún más tristes que las mañanas. Hoy ha empezado a llover justo cuando me acababa de preparar un café. Me encanta tomármelo viendo las gotas caer. Pero no, no pienso en nada, sólo en lo que tengo que hacer. Tal vez lea un rato, si me queda tiempo, o si no, escribiré. En los días melancólicos uno se pone más sensible y las palabras fluyen desde dentro.

Salgo de casa una vez más para hacer unos ensayos en el laboratorio. Me gusta la mezcla de ruidos... mis pasos acompañados por las gotas de lluvia... el burbujeo del agua al hervir... y los cronómetros que me avisan de que ya ha terminado la reacción. También observo los colores, algunos verdes... pero de diferente tonalidad, otros rojos... la gama de los azules, es preciosa...

Empapada llego a casa. Tomo una ducha caliente para que se lleve la melancolía por el desagüe. Ya no quiero otro día como éste. Es tan triste... Después de cenar y de ver la tele un rato... me voy a la cama. Y estoy tan cansada, que me duermo enseguida pensando que mañana será otro día.

Sí, otro día... contradictorio, como yo. Otro día en el que te volveré a echar de menos, pero que me ayudará a olvidarte. Cuántos más días pasen, menos notaré tu ausencia y menos me costará luchar conmigo misma para sacarte de mis pensamientos. Pero habrá días melancólicos como los de hoy, en los que se me hará muy cuesta arriba no saber nada de ti. Esos días... en los que me daré cuenta, de que no estarás ningún día más. Y me dolerá imaginarme mi vida sin ti.

* * * * *


Hoy llueve sin parar por aquí. La verdad es que no me anima mucho. Que se vaya el sol y nos deje este panorama de nubes... me da cosa. Seguro que a ti un poquito de lluvia no te importaría.

La lluvia... las clases... el café de la tarde... Cualquier momento es bueno para recordarte.

Esta noche, Ópera

Esta noche, Ópera

Bueno, en esta noche de insomnio -sí, otra vez- he escrito ésto, pero blogia tampoco me dejaba colgarlo. Aquí está.

No puedo dormir. Esto es desesperante... Dentro de menos de tres horas me tengo que levantar, y yo, con los ojos como platos.

Dando vueltas en la cama, estaba acordándome del viaje a Budapest. Bueno, en realidad se trataba del viaje de ecuador, y visitamos también Praga. Fue genial, es algo que nos marcó a todos.

Sé que dije un día que hablaría de cada ciudad y lo colocaría en el apartado de Al zafar Yafar –viajar es la victoria- pero como me conozco, prefiero ir contando cosillas, a trozos, en lugar de hacerlo del tirón. Digo que me conozco, y es que me gusta contarlo todo al detalle, y me enrollo como las persianas, así que poco a poco es mejor, así se saborea cada parte.

El viaje comenzaba en Praga, y al cuarto día viajábamos a Budapest en autocar. Madre mía, nos tiramos ocho horas ahí metidos, con un conductor alemán (¿?) y la distancia no era muy grande, unos 600 km y sin un alma en la carretera. Me acuerdo que atravesamos Austria, y fue muy bonito, me recordó a Heidi.

Llegamos de noche, y nuestro hotel estaba en Pest. Ahí me enteré que el río Danubio dividía a la ciudad en dos, Buda y Pest. Creo que al principio me decepcionó, pero quité ese pensamiento rápidamente de mi cabeza, porque me había ocurrido lo mismo al llegar a Praga. La ciudad de noche, el olor extraño, la gente (o más bien su ausencia por la calle) rompieron un poco la ilusión que llevaba, pero todo cambió a la mañana siguiente, así que, decidí no juzgar nada, hasta no haberlo visto con la luz del día.

Nos fuimos a dar una vuelta por el centro. Cogimos un autobús, pero perdimos mucho tiempo en hacernos entender, allí la gente no habla inglés apenas, y el húngaro lo entienden pues eso, los húngaros porque lo que era nosotros... Tomamos el metro también, y las escaleras iban muy muy rápidas. Pensamos que la gente mayor tendría que hacer malabarismos para lograr subir ilesos... y con esas cosillas, nos íbamos riendo.

Al llegar, vimos poco, estaba todo cerrado. Sólo buscábamos algún sitio para tomar algo y terminamos en un irlandés cercano a la Catedral –de la cual nos percatamos al día siguiente, a esas horas poco veíamos y no llevábamos mapas-. Ya sabéis que se sale de España y los bares escasean, y aquel no nos disgustó.

A la vuelta, cogimos un taxi. Allí, como ocurría en Praga, se tiene que acordar el precio de la carrera en lugar de ir por contador. No sé si es mejor o peor, porque se suelen aprovechar de los turistas, pero aún tomándonos el pelo, no resultaba muy caro –no como aquí, que parece un atraco a mano armada-. Claro, como fijas el precio, al taxista le conviene ir rápido, y yo... creía que volaba. Íbamos todos callados –me apuesto el cuello a que rezando- y cruzamos en un periquete el río. Yo lo vi y casi le dije adiós con la mano, pensando tristemente que iba a morir en un accidente de tráfico fuera de mi tierra. ¡Ay madre! llegamos sanos y salvos, pero no sé cómo.

No me acuerdo qué hicimos al llegar al hotel. Creo que sacar alguna cosa de la maleta, e irnos a las habitaciones a tomar algo de las provisiones. A la mañana siguiente nos levantamos muy tarde, estábamos matados. Ya llevábamos cuatro días de viaje por Praga y acumulando sueño.

Hoy intentando dormir, me he acordado de la ópera. Era justo de eso de lo que quería hablaros. Si algo tiene de bueno el viajar con otras personas, son las cosas que se les ocurren, y este fue un ejemplo de ello, porque yo creo que nunca me hubiera metido a ver una actuación en un país extranjero sin conocer el idioma, y algunas chicas tuvieron esa idea. ¡La ópera! sonaba estupendo, y Budapest era tan barato que ni nos planteamos el no ir (nos costó poco más de 9 €).

Representaban “Otelo” y el teatro era tan bonito que nos animamos enseguida. Ya pensábamos qué nos pondríamos de ropa... teníamos todo bajo control con el horario... y encima lo veríamos en un palco. Yo ya me veía a lo “Pretty woman”, eso que dice que... o te encanta, o la odias. Yo por supuesto, iba a adorar la ópera, ¡vamos, faltaría más!

Pero no... Ay, qué pena, la disfruté poco. Yo estaba muertecita de sueño, y no me enteraba de nada. Como llegamos tarde, nos tocó quedarnos de pie, y como estábamos en un palco lateral, nos teníamos que inclinar para poder verlo bien. Las entradas ya estaban prácticamente vendidas, así que nos separamos de dos en dos. A mi me tocó con Gatita y no parábamos de cuchichear, en un intento de enterarnos de algo.

Miento, había un asiento libre, pero yo estaba alucinada con él, porque si te sentabas, quedabas totalmente de lado al escenario, con lo cual, te partías el cuello girándolo a la derecha para verlo. Aunque me dio igual, porque como estaba muerta de sueño –el león de la metro goldwyn mayer abría menos la boca que yo, jajajajaja- se me cerraban los ojos, ellos solitos, y como el asiento no tenía respaldo, la cabeza se me iba para todos los lados... En una de las cabezadas pensaba que me quedaba sin cuello.

En el intermedio, decidimos preguntarle a un señor que compartía con nosotras el palco –el cual se lo debió de pasar estupendamente, porque en los intentos que hacíamos por ver, nos pegábamos bastante a sus cabezas jajajajaja, y como somos altitas, imaginad qué parte de nuestro cuerpo rozaba con sus cabezas. ¡Habéis acertado, chicos listos!-. Nos estuvo contando un poco de la obra y nos preguntó que de donde éramos. Le dijimos que españolas, y él, todo sorprendido, nos desveló que la representación estaba en italiano. Mira, debía ser un italiano muy raro... porque yo no entendía nada...

Después de la ópera, salimos a cenar a un italiano. El sitio era muy acogedor, y supongo que de lo más chic de Budapest. Era más caro de lo normal, pero para nosotros barato, y estaba decorado con cuadros de muchos colores.

Otro día sigo contando, me dejo el momento en el que me enamoré de aquel lugar, y por eso tal vez, lo prefiero a Praga. Lo que más me gustó de las dos ciudades fue el tranvía. De verdad, es algo que me fascina, verlo por la calle, con sus pasajeros... observando los detalles desde uno de sus asientos... es algo que no olvidaré.

Un beso, voy a aprovechar dos horillas de sueño, que como dice mi madre ¡mañana, verás!.

Cinco sobre tres

Cinco sobre tres

1.- Tres logros de los que te sientas orgullosa.
Puff, me acabo de dar cuenta de los pocos logros que tengo... Por ejemplo... me siento orgullosa de haber llegado hasta donde estoy en la carrera. Sé que podría haberla llevado mejor para poder sentir así otro tipo de orgullo, el haberlo hecho bien desde el principio. Pero bueno, no me quejo, tampoco voy tan mal.

Otro logro que cada vez consigo con más frecuencia, es el calar tanto en la gente -como estamos entre amigos y me conocéis, sé que esto no lo tomaréis como un punto de chulería por mi parte-. Alucino con esto, porque cuando caigo bien a alguien, dicen que les hago sentir muy a gusto a mi lado. Es algo que más que llenarme de orgullo, me emociona, y me hace sentir bien conmigo misma. Yo odio estar incómoda con ciertas personas, y si yo procuro evitarlo, lo considero todo un logro, sí. Y también la capacidad que tengo para que la gente me cuente sus cosas, esas que ocultan y no contarían a nadie. Pero no sé, a veces me ha pasado que sin apenas conocerme, me cuentan todo, y luego me dan las gracias por no juzgarles y por haberles escuchado.

Madre mía... no se me ocurren más cosas... Bueno, sí, lo de transmitir con las palabras y no sólo escritas, sino también cuando hablo. Eso me lo habéis dicho vosotros por aquí, pero mis amigas, cara a cara, también.

(Espero que no suene este primer punto muy egocéntrico...).

2.- Tres manías.
¿¿Sólo tres?? Jeje. Es que tengo tantas... jajajaja. Soy muy muy virgo, o sea, detallista, puntillosa, ordenada...

Por ejemplo en los estudios... me es imposible estudiar sin haberme lavado los dientes antes. Pero imposible, ¿eh? Y nunca puedo comer nada, ni caramelo ni chicle. Si no, a lavármelos de nuevo. También me molestan toda clase de ruidos porque me despistan.

Cuando me compro un libro, a todos, absolutamente a todos, les pongo mi nombre y mis dos apellidos.

Soy de ideas fijas. Siempre llevo el reloj en la muñeca derecha y un anillo en el dedo anular de la mano izquierda.

Ya está, eran sólo tres, pero mi día está plagado de manías.

3.- Tres títulos de novela que recomiendas.
Creo que ya he recomendado alguna vez. Como libro sensible, “Mi planta de naranja lima” de José Mauro de Vasconcelos. Como novela histórica, “Chamán” de Noah Gordon, que además es muy tierno. Y un tercero... “El príncipe de las mareas” o “La esposa del dios del fuego” de Amy Tan, porque me encantan los libros en los que mezclan el presente y las vivencias del pasado. Y si encima tienen parte romántica, mejor que mejor.

4.- Tres cosas que deberías escuchar.
No me quiero morir sin haber escuchado la voz de alguna que otra persona de esa listita de bloggeros.

Que un médico me diga ¡estás embarazada! y yo querer, claro. Creo que debe ser una de las mejores noticias que se pueden oír si se está plenamente convencido de que es lo que se quiere. Yo por ahora no, pero sé que en un futuro será uno de mis sueños.

Creo que todo el mundo debería escuchar o por lo menos que lo diga el silencio, que eres especial. Pero todos los días de nuestra vida.

(Jolín, qué difícil esto).

5.- Tres formas de describir tu personalidad.
Jobar... no sé por qué me pondré a hacer las cinco del viernes, luego me cuesta un montón. A ver... esta última pregunta, creo que la deberían contestar quienes me conocen.

Los que más se han molestado en saber cómo soy, serán los más fieles a mi verdadera personalidad. Sabrán que me callo muchas cosas, que me cuesta contar lo que me ronda por la cabeza. Que soy más cariñosa de lo que en realidad aparento ser, que soy muy entregada, y que me tomo las cosas muy a pecho (casi demasiado). Que todo lo hago personal y muy mío. Creo lazos invisibles con las cosas que me llegan y me meto muy adentro a las personas a las que quiero. Soy extremadamente sensible y me duelen mucho las malas maneras cuando me dicen algo.

Los que sólo me conocéis por aquí, no me describiríais como una persona fuerte o dura, cosa que puedo aparentar en la vida real. Tampoco diríais que no hablo de sentimientos, porque por aquí no paro... No sabéis lo exigente que puedo llegar a ser... ni que me moleste tanto la indiferencia o las pocas ganas con las que actúan los de mi alrededor. Eso me supera.

Y los que no me conocen como kamala, sino como soy al exterior, no sabrán por ejemplo, que me encanta leer todo aquello que tenga que ver con la sensibilidad. No sabrán que me afectan muchos de sus comportamientos y que no se lo digo. Saben que soy sincera, pero piensan que digo todo lo que se me pasa por la cabeza, cuando no es así. No han descubierto mi mal humor, porque generalmente, no me enfado mucho con personas que no conozco. Soy diplomática y sé estar, pero a veces, con los del primer grupo que me conocen tan bien, pierdo los papeles. Estos mismos saben que sé pedir perdón, y cuando lo hago, es de todo corazón...

No sé... creo que no con todas las personas nos mostramos igual. Por eso he puesto esa foto.

Un beso.

Pensando para conciliar el sueño...

Pensando para conciliar el sueño...

Anoche escribí esto sobre las 3 de la mañana. Me hubiera gustado colgarlo, pero blogia no me dejaba. Lo hago ahora.

Llevo unos días que estoy bien, más animada. Después de esos propósitos y ganas de cambios... voy mucho mejor, en serio.

Pero ahora... no puedo dormir. Mi sino, lo de toda la vida.

Me he puesto a leer viejos emails que me ha mandado Ojos Tristes. No sé a qué venía el hacer eso con lo bien que estaba yo, porque sé de sobra que siempre que leo o pienso en ciertas cosas, me pongo tristona...

Cuando era pequeña y no podía dormir, llamaba a mi madre llorando, y ella me calmaba. Me decía que si quería un muñeco, pero yo lo rechazaba, me agobiaba dormir con ellos. Después de haber leído, me quedaban pocas cosas por hacer para intentar conciliar el sueño, y me decía que pensara en cosas bonitas, o cuando nos íbamos a la playa y jugábamos con los primos...

Eso he hecho ahora, pensar en la playa para evitar que él vuelva a aparecer. Justamente en este verano que aún está cerca. Me acuerdo de uno de los días especialmente, cuando Cabecita loca y yo esperábamos a que mi hermana y mi madre terminaran de comprar. Nos pusimos a charlar sobre la película de “El príncipe de las mareas”, que es una de mis favoritas y esa noche la emitían otra vez por televisión. Ella, que es tan expresiva como yo, me contaba emocionada alguna de sus partes, como cuando los protagonistas bailan abrazados... las palabras de Lowestein, Lowestein... y yo añadí esos momentos en la mecedora, o cuando a ella le basta una imagen para saber que algo anda mal.

Esta película, como casi todas las que me gustan, me recuerdan a él. No sé por qué, pero así es. En ese momento, nos quedamos calladas, y empezó a sonar una canción en el dial del local que me encanta “you belong to me” pero cantada por un hombre. Me pareció una casualidad y le dije “ay mira qué canción, ¡¡me encanta!! ¡¡es que es tan bonita...!! ¿¿la conoces??” y me puse a tararearla. Cabecita loca se rió y me dijo “sí, pero no llores”, vaya, yo no lloraba, pero tal vez la emoción de la película me pilló un poco tonta, y se me humedecieron los ojos...

Otro día, al llegar de un viaje, la luna estaba preciosa. Nunca la había visto igual. Ella estaba también conmigo, y mirándola se puso triste acordándose de un amor... Yo miré, y me quedé un tiempo parada observándola. No sé qué me gustaba más, si la luna llena o el reflejo que dejaba en el mar, y claro... era inevitable que él estuviera en esos momentos en mi mente. Siempre él, él siempre. Pero rápidamente aparté la mirada, no quería que Cabecita loca me notara algo rara, emocionada o pensativa.

Unos días después, me inventé una excusa tonta para ir al ciber y hablar con él. Cuando me despedía después de un tiempo de charla, le comenté si había visto la luna la noche anterior -fue algo para recordar de lo bonita que estaba-. Y me dijo que sí, pero que le resultaba extraño que le preguntara eso, nunca habíamos hablado de la luna. Aquí tomé valor y lancé otra pregunta “¿pensaste en mi?”. Después de un carraspeo... dijo que... sí, que me había paseado por sus pensamientos. Creo que no hubo nadie en el cibercafé que se quedara sin ver mi sonrisilla.... ¡Qué bonito!, una vez más, a pesar de estar tan lejos, nuestros pensamientos habían estado muy próximos.

También me acuerdo, ya en Madrid, que escuchamos Luna y yo una canción en la tele que no habíamos oído nunca. Escuché de principio a fin, estuve atenta a la letra y... volví a emocionarme, decía tanto de mi... Algo así como que siempre, pase lo que pase, le llevaría en su pensamiento. Y de nuevo, al terminar, me volví hacía mi hermana y le dije “¡¡qué bonita!!” y me respondió que no llorara. ¡No lo estaba haciendo! ¿qué pasaba?

Pero la primera vez que me ocurrió algo así fue un día de invierno, en diciembre. Estaba con mi madre mirando regalos de Navidad, y en Fnac vinos un libro sobre enfermedades y su significado. Por aquel entonces, me dolía mucho la espalda, llevaba ya unos meses así, y también tenía dolores en el abdomen. Mi madre leyó en voz alta, pero antes de escucharla ya le estaba diciendo que era una tontería y que no me creería nada de lo que dijera un libro. Pero los dos “males” estaban relacionados con la falta de amor. No sé, todo pasó fugaz por mi mente. Pensé en fracciones de segundo en que tal vez fuese verdad, que me iba haciendo falta tener una persona... yo que soy así... tan cariñosa... romántica... y Ojos Tristes, aunque ya estaba en mi vida, tampoco podía ser... y yo quería que fuera él... Lo deseaba con todas mis fuerzas. Mi madre, que no sabe nada sobre su existencia, me dijo que si estaba bien, que tenía los ojos llorosos –¡qué traicioneros son!-. Y medio en broma medio en serio, me preguntó que si sentía alguna falta en ese terreno, pero más bien se refería al cariño en general. Le contesté que no, que estaba muy contenta y que me sentía querida. Pero sé que fui una cobarde, porque sabía que si le explicaba que la falta era debida a otro tipo de amor, hubiera bastado un simple comentario... leve... para empezar a contarle todas las cosas que me encantan de él. Si es que es...

Y aunque un poco cansada, aún sigo sin sueño. Pero jolín conmigo, sí que me he puesto a recordar estas cosillas que no debía, con lo bien que estaba yo... Bueno, sigo bien, pero... no sé, me da penilla y lo cuento aquí por desahogarme un poco.

Un amigo me dijo un día que, si no podía olvidarle, que luchara por él, que era la otra opción. Me sonó a chino, yo nunca he luchado por casi nada –quitando los estudios- y me di cuenta de que no sabía luchar. Me dediqué a estar, simplemente a estar. Porque eso está muy claro... no sabemos si algo va a pasar o no, pero lo que sí es seguro es que para que ocurran las cosas, hay que estar. Yo sólo he hecho eso durante todo este tiempo.

El otro día me dice Corazón de León que él no es como yo, que no cree en la media naranja, ni que exista un solo alguien para otro alguien. Que no hay una sola persona para cada uno, sino que hay varias. Bueno... no sé si le alegrará saber que seguimos de acuerdo, porque yo tampoco lo creo. Debe haber muchas más personas afines a nosotros. Pero más bien... me conviene pensar eso, porque de no ser así, significaría, que yo he perdido a mi persona...

Me voy a la cama. Es tarde.

¿Qué guardas en tu maleta?

¿Qué guardas en tu maleta?

En EEUU, una psiquiatra o psicóloga, hace cargar a sus pacientes con una maleta llena de cosas durante todo el día. Cuando van a trabajar, a comprar... siempre les acompaña, porque simula la carga que todos arrastramos del pasado.

A medida que se van recuperando y superando, la carga se hace más ligera, y pueden ir vaciándola poco a poco, hasta que una vez recuperados, tienen que llevar durante un año, unas ASAS de plástico como recordatorio.

¿Cuál es vuestra carga del pasado? Yo ya me voy descargando de todas esas cosas que me impiden ser quien soy, y dejo liberar mi niña interna, siendo cada día un poco más cariñosa. ¿Y vosotros?

Tiempos de cambios

Tiempos de cambios

Hace unos días, Ligre me dijo que está esperando a que cuente todo aquello que me deja helada. La verdad, no sé a qué se refiere, ni sí lo dice por algo en concreto, pero todos callamos cosas. Siempre.

Creo que se avecinan tiempos de cambios. No me asustan, los espero ansiosamente, porque los últimos meses no han tenido mucho de especiales. Es bueno pararse a pensar qué es lo que no te gusta de tu vida e intentar cambiarlo, porque nadie como uno mismo sabe lo que le conviene.

Cuánto más cambian las cosas, más siguen igual. No sé quién fue el primero el que lo dijo, Shakespeare probablemente, quizá Sting pero de momento es la frase que mejor explica mi momento fatal, mi incapacidad para cambiar. No creo que sea el único...

Cuánto más conozco a las personas, más me doy cuenta de que todos tenemos ese defecto. Quedarnos exactamente igual todo el tiempo que sea posible, quedarnos sin muebles te hace sentir mejor, y si sufres, al menos el dolor es familiar. Porque si sigues esa brizna de esperanza, sales de tu cueva, haces algo inesperado, quién sabe qué otras angustias puede haber fuera. Podría ser aún peor. Mantienes tu “estatus quo”. Eliges el camino que ya conoces y no parece tan malo. No en cuanto a los defectos, no eres un drogadicto, no has matado a nadie, excepto puede que a ti mismo.

Cuando finalmente cambiamos, no creo que sea un terremoto o una explosión, no creo que de repente seamos otra persona. Creo que es más sutil. Algo que la mayoría de la gente no nota, a menos que se fije muchísimo, lo cual, gracias a Dios nunca hace. Pero tú lo notas. En tu interior ese cambio es todo un mundo y esperas que esa sea la personas que vas a ser para siempre. No tener que volver a cambiar nunca
.

Qué cierto es eso de que uno nota el cambio por dentro. Se trata de una pequeñez. A veces se cambia por alguna circunstancia de la vida en la que nos vemos inmersos, sin querer; otras porque no somos felices y nos damos cuenta de que eso sólo depende de nosotros y tenemos que hacer algo; en ocasiones se necesita cambiar para descubrir otras cosas de la vida...

Yo necesito dos cambios sutiles. Uno consiste en ganas por acabar la carrera, y el otro tiene que ver con mis sentimientos.
Los llamo sutiles porque como en el fragmento de la serie Everwood –lo escrito en cursiva- es algo tan insignificante que los demás no lo notan, pero dentro de ti surge un nuevo mundo. No sé qué es lo que ha pasado por mi mente últimamente que me ha hecho fijar esos dos cambios pero... me siento con ánimo de llevarlos a cabo y no puedo hacer otra cosa si no alegrarme. Había perdido el rumbo. Bueno, dos rumbos también. Así que cambiar para mejor, no será malo, ¿verdad?

Su cara oculta...

Su cara oculta...

En febrero, después de exámenes, me fui a ver a Corazón de león. Estaba agotada por muchas cosas. No me había ido bien en los estudios, tenía dolores de espalda que venían desde el verano y encima ya estaba terriblemente enamorada de Ojos Tristes.

El año anterior tampoco pasaba por mis mejores momentos. Lo había dejado con Sam y aunque fui yo quien había tomado la decisión, sentía ese mismo vacío que pudo sentir él. El caso es que quise desconectar, y las cosas que hicimos, que pasaron y que surgieron, me hicieron mucho bien, y siempre recordamos esa semana como algo especial. Por eso en febrero quise hacer lo mismo, pero... no fue todo como esperaba.

Cuando llegué a Alicante, su casa estaba invadida, no vivía solo. Soy una persona abierta y no me importa que me presenten a gente nueva, me sé desenvolver, lo que pasa es que... cuando no se está muy bien anímicamente, tus ganas son menos. Te apetece estar con los de siempre, y tal vez, llorar un poquito sobre su hombro. Pero bueno, no pasó nada.

Después de comer, Corazón de león anunció a sus amigas que él y yo nos iríamos a tomar un café. No sé, no me resultó extraño. Pensé que como hacía tiempo que no nos veíamos, quizá lo dijera para tener un poco de intimidad, para contarnos nuestras cosas. Pero sí me mosqueó el misterio, la complicidad en la cara de todos, como si me tuviera algo que contar...

Nos fuimos a una de sus cafeterías favoritas. Yo me introduje hasta el fondo, donde había un patio con mesas redondas y una fuente en el centro. Me resultó muy acogedor, con luz tenue... y solos. Invitaba a contar secretos.

Tenía frío, no había nada de calefacción, y Corazón de león me dejó su sudadera. Me encantó la sensación de sentirme pequeña abrazada por ese jersey... Así... empezamos a hablar. Fui yo quien le dijo que me había enamorado y que no podía ser. Él, como siempre, me escuchaba y me miraba a la cara, con esa expresión tan suya de mezcla de comprensión y cariño. Su cabeza ladeada y asintiendo de vez en cuando en los momentos adecuados.

Ese mismo frío... la sinceridad... le hicieron recordar un día de diciembre, cuando habló con Cabecita loca. También fue día de confesiones. Y así, me empezó a contar algunos momentos que le habían marcado en su vida. El comienzo de la carrera... la soledad del último año... y dejó para el final, lo más importante:

- ¿Sabes? yo también he estado enamorado.
- ¿Ah sí? no me habías dicho nada nunca.
- Sí, de mi mejor amigo.
- ¿¿¿???
- kami, soy gay.

Me dejó helada. No supe reaccionar. No sabía qué decir. Balbuceé cosas como “A ver... ¿en serio?¿estás seguro?”. Y me dijo que sí. Fue un shock, de verdad. No lo esperaba. De él no. Le pregunté que qué pasaba con las chicas, sus amigas... las que él decía que le gustaban. Y me respondió que todo había sido idílico, como si la sensación de sentirse compenetrado, a gusto y entendido por ellas fuese igual que lo que debía ser el amor.

Yo entendía, claro que podía entender eso, pero... mentalmente hacía balance de toda nuestra vida juntos. Nunca noté nada. Sí que es una persona quizá diferente para ser un chico, pero...

En ese momento, me pidió que dijese... que hiciese algo, me había quedado muy callada, pensativa. Le miré interrogante preguntándole el qué. Él dijo que... por lo menos un abrazo... ¡Claro que se lo di! Me levanté y estuve mucho tiempo abrazada a él. No sé qué pensó, pero por mi mente sobre todo había confusión. Me alegraba de que él se sintiera bien consigo mismo. Con lo importante que es para mi el amor, quiero que él lo viva, sea con un hombre o con una mujer, quiero que lo viva y lo sienta. Pero también chocaba con todo lo que podría sufrir con las personas de su alrededor. Y con la familia.
No le abracé antes de que me lo pidiera, pero lo pensé. Si lo hacía él podía creer que era por pena, cuando en realidad, no pasa nada...

El abrazo podía haber durado más, pero como es poco cariñoso, rompió pronto el hechizo “hale kami, ya” jajajaja, ¡para matarle! No deja que una sea cariñosa...

Cuando llegamos a su casa, claro, sus amigas sabían qué me iba a decir en ese café. No sé, me dolió un poco no haber sido la primera en enterarme y también que todo el mundo supiera que lo acababa de hacer. Me sentí un poco observada, estudiaban mi reacción. Para colmo, entre ellos, que lo sabían desde hacía meses, ya era algo natural, pero para mi no. Ya hablaban del tipo de gustos en chicos, se bromeaba con su tendencia y a mi... uff, se me hizo duro, no lo voy a negar.

Mentiría si no confieso que pensé que se había equivocado. Por las cosas que le han tocado vivir, creía que... todo eso era una forma de llamar la atención y sentirse protagonista. No sé...

Sin embargo, todo cambió por la noche. Llegamos al piso después de haber visto una película en casa de unos amigos. Estábamos él, Helen y yo. No sabéis cuánto agradecí la discreción de ella. Nos dejó hablar y poder ser, como siempre, sinceros aún en su presencia. Lo necesitaba. Corazón de león empezó a contarme más y yo... parece que empecé a entenderle. Me enseñó fotos de un chico con el que estuvo, y aquí, me tuve que reír, porque pude comprobar por las pintas del chico que en verdad era gay jajajajajaja (no me mates, ¡¡que tú mismo te reíste!!). Me contó un relato muy bonito sobre Barcelona –no sé si me dejará contarlo a mi o querrá hacerlo él- y bueno... me hice más a la idea.

Cuando nos metimos en la cama, ya solos, en su habitación para dormir, dijimos las últimas palabras del día con la luz apagada, y sin mirarnos a los ojos –es cuando salen más veloces y directamente del corazón-.

- Él (su él)... un día subió a casa con un regalo. Había bajado a comprar y se acordó de mí y me trajo un detalle. Lo tuve guardado durante mucho tiempo.
- Jo Corazón de león... qué bonito... (aquí comprendí que de verdad había estado enamorado. Se nota, esas cosas se notan... en el tono de la voz, en el tiempo que se toma para decir cada frase... en la esencia melancólica que lo envuelve todo. Yo, por supuesto, no me creí que se hubiese desecho de él).
- ¿Sabes kamala?
- Dime Corazón.
- Me da pena que no pueda ser. Que tú, Cabecita loca y yo, no podamos estar con esas personas.
- Ya...
- A ella se la ve tan enamorada, que parece que el amor sea posible, que realmente exista.
- Sí... yo pienso lo mismo.
- kami, olvídate de él. Yo quiero que seas feliz, no quiero que sufras.
- Lo sé, pero... cómo cuesta.
- Lo sé...

Era tarde, y tras esa conversación, nos entregamos al sueño.

Cuando regresé a Madrid, se lo conté a Ojos Tristes. Él, medio me regañó, porque yo le hablé de mis dudas, mi primera reacción de negarlo todo... y me dijo que cada cual era libre de sentir lo que quisiera. Yo eso lo entendía, pero cuando se trata de alguien cercano, del que nunca lo hubieras imaginado... creo que se necesita tiempo para empezar a creértelo.

No volvimos a sacar el tema pero en mi regalo de cumpleaños, en esa especie de carta que me hizo, sí que escribió un comentario. Dijo que... le había sorprendido mi reacción, el tiempo que me tomé para reflexionar... para dejar desnudos mis miedos, el susto del principio... y que empecé a despojarme de todo eso para llegar al final, a la esencia, entendiendo que la tendencia íntima de cada ser humano, es muy suya y que nadie, nadie.... debe ni puede intervenir en esos sentimientos.

A mí sí que me sorprendió que él se diera cuenta de todo eso. Que sea capaz de saber qué estoy pensando, aún sin decir nada... sólo, por mi manera de hablar en los días sucesivos... Además de dejarme sin palabras, me da aún más pena saber que perderé a una persona así, que me conoce tan bien y con esa disposición que tiene siempre para escucharme, para hacerme mejor, para que sea feliz y su preocupación por mi... Bueno, yo no le dejo escapar, he hecho lo que estaba en mi mano...

Mi niño Corazón de león es alguien que me ancla al mundo. Es... no sé... saber que podré contar con él, que no me fallará y que estará en mi vida para siempre. Me alegro de que el amor nunca pueda romper nuestra amistad porque nos empecemos a ver con otros ojos. Entre nosotros, no puede haber otra forma de mirarnos (y ahora menos que antes).
Qué bien que sea así, porque le necesito en mi vida. Os encantaría conocerle. ¿Sabéis? Su risa es mágica. Cicatriza heridas.

Un beso, no me odiéis por hablar tanto.

¿Cómo te emocionas?

Bueno chicos, ya estoy mejor, muchas gracias. Para ser sincera, por la tarde me estuve partiendo de risa, pero en esos momentos me sentía así. Como ésto es una especie de diario personal, no quiero dejar en él sólo sonrisas, sino que me gustaría recordar cuánto de profundas fueron algunas cosas para mí.

Duda tiene razón, y es que se juntan varios motivos y se hace una mezcla explosiva que cuando estalla... parece que pierdes el norte. En fin...

No he presentado a los nuevos blogueros. Rut fue la siguiente a la que conocí. Galatea me hizo propaganda y ahora nos estamos conociendo. Es muy maja y me encanta leerla porque es espontánea (o esa ha sido mi impresión hasta ahora) y está empezando un cambio en su vida. Yo me alegro mucho por ella.

Con AOH me tropecé en el blog de Su (si es que Su es mucha Su jeje). Me comentó algo de lo que yo le había dicho a ella y por casualidad lo leí, porque no suelo leer a la gente que comenta. Y para acá que me lo he traído. Que no os eche para atrás su blog oscuro, que está contado de una manera que será imposible no reir. Me gusta que me dé collejas con las cosas que me dice.

Y el último es monocamy, del que he leído poquito, pero es que iba tropezándome con él por todos lados y al final he ido a hacerle una visitilla. Ayer coge y me dice que mi blog es raro. Ummm, no sé cómo tomarme estas palabras, jajajaja.

Cómo me enrollo...

Cambiando de tema... anoche estuve viendo un rato el primer programa de OT. Lo vi sobre todo porque me encanta comprobar cómo se emociona la gente. Cuando se enteraban de que habían sido seleccionados algunos se llevaban las manos a la cara para tapar sus lágrimas de alegría, otros se volvían locos saltando y los menos se lo tomaban con más calma.

Esto me lleva a pensar en lo diferentes que somos todos y en la percepción que nos llega de una misma cosa. Por ejemplo no tenemos nada más que vernos aquí, todos leemos el mismo post o artículo, pero cada cual comenta la parte que más le ha llamado la atención.

Hoy os lanzo una pregunta, porque me interesa. Cuando os pasa algo que estáis ansiando ¿cómo reaccionáis? Por ejemplo cuando se aprueba un examen, el primer beso con alguien especial (ni os cuento los botes que daría yo si “Ojos tristes”... en fin), un contrato, ganar un premio... Lo que queráis.

Os digo lo que hago yo: digo “¡¡¡¡sí sí sí!!!!””¡¡¡¡¡toma!!!!!” jajajaja... Y luego junto las manos y empiezo “¡¡¡qué bien!!!””joooo” jajajaja. Sé que queda muy cursi y pijo (todo acompañado de saltitos, claro) pero es que... me sale así. Si en el fondo yo soy muy crítica, y conozco mis payasadas, pero no lo quiero evitar. Me encanta dejarme emocionar. Y mis ojos tan delatores ellos, brillan con luz propia.

Venga, contadme. Un beso.

La libreta roja

La libreta roja

No puedo dormir. En unas horas tengo la presentación pero me he desvelado y ya no he podido conciliar el sueño. No estoy pensando en nada, lo prometo, ni siquiera estoy nerviosa, pero ¡no puedo dormir!. Ya os diré luego qué tal me ha ido.

Haciendo limpieza en mi cuarto, he encontrado una libreta que compré hace seis años. Exactamente el día 25 de marzo de 1999. Os voy a poner cómo empieza:

“Hola niña cordobesa:
Ayer, cuando llegué a casa de los hostales, compré esta libreta para escribirnos cosas en clase. Ya lo tenía pensado, porque luego mola un montón leerlas todas juntas y...”.


La verdad es que ha sido genial volver a leerlo. No sabéis qué recuerdos. Fue el año de COU y el principio de la Universidad.

Algunas cosas han cambiado. Ella ha terminado la carrera, a mi me queda un poquito. Me encantó que me llegara al leer todo lo acelerada que iba siempre, contándome las cosas sin parar, atropellada pero sabiendo lo que decía. Ahora, lo que más me ha sorprendido de ella, ha sido esa calma que debe llegar con el hacerse mayor. Digo, porque a mi creo que no me ha pasado...

Bueno, ahí cuento de todo, seguro que os partiríais de risa, porque hay para todos los gustos. Cuando por ejemplo mi hermana –a la que a partir de ahora llamaremos Luna- cortó con su novio Gustavo –éste no importa que salga jajajaja-, -que por cierto, un día salió en la tele, en un programa de Telemadrid en el que aceptaba meterse en calzoncillos en una bañera en pleno Callao, pero pleno pleno a vista de todos, por dinero. Lo que yo me pude reir de mi hermana no lo sabe nadie jajajajaja... qué mala soy, pero a ver ¡entendedme! Al principio ella estaba cortada pero al final me soltó un “que ya no es mi novio” y me tuve que callar-.

Sigo... lo del hostal fue gracioso, porque iba a venir el novio de la niña cordobesa a pasar un fin de semana, que coincidía con el cumple de ella (los 18 nada menos). Ese día nos lo pasamos yendo de hostal en hostal... me he visto muchos de Gran Vía. Adivinad par qué querían ese hostal. Sí, habéis acertado. Ella me puso en la libreta que el día en el que fuera mi primera vez, me acordara de ella. Y sí, lo recordé.

Tenemos un montón de frases como “La vida es fascinante, sólo hay que mirarla a través de las gafas adecuadas” de Dumas, y alguna que otra más.

Hablamos de chicos, jejejeje. De mi boca salen tres.

El día 12 de abril, el profesor de filosofía dijo algo muy interesante “Las decisiones son muy subjetivas”. Y yo añadí que las decisiones son difíciles, debemos asumir nuestros riesgos; si nos dejamos llevar, es nuestra única responsabilidad.
La niña contestó “somos libres por obligación” ¡Menos mal! prefiero que me obliguen a ser libre a que me obliguen a no serlo ¿o no?

Y algunas postdatas, porque eso sí, nunca faltaban las postdatas y las firmas.

La manera de despedirnos era distinta. Mientras yo usaba los besos o simplemente la firma, ella ponía “nos vemos”. No me acordaba de esto. Yo no lo he usado nunca, pero es una manía de Ojos tristes (que no, que ya me callo, que no hablo de él, pero...).

Hay tantas cosas que me pasaría varios artículos hablando de la agenda. Pasaron muchas cosas ese año (algunas que nunca hubiera imaginado) y creo que fue de los mejores de mi vida.

Al final de la agenda, hay dos hojas donde cuento lo que me predijo una vidente amiga de mi padre a la que fui a ver por curiosidad. Si os apetece, algún día os cuento la de cosas que me acertó y lo que no.

Y ahora me despido pidiéndoos que penséis un ratito en vuestros amigos de la infancia. Os gustará y seguro que sonreiréis. Un beso...

Cinco sobre yo y mi otro yo

Bueno, las cinco del sábado pasado me gustaban y no las quería dejar en el olvido. Son de las típicas que hoy contestas de una manera y quizá dentro de medio año tu percepción cambia por completo. Por eso mismo las hago y también porque hoy tengo un rebote que no puedo con él, y sé que si me dejo llevar, os cuento mi vida entera en un minuto.

1) ¿En general, eres totalmente espontáneo o tienes escondido un lado salvaje, políticamente correcto, incorrecto, sensible…?
Yo creo que me paso en espontaneidad. A veces digo cosas de las que luego me arrepiento porque no me gusta que me conozcan tan bien ni ser previsible para los demás. Supongo que así es como ponerme un escudo pero…

Sin embargo no digo todo lo que pienso. Sé que ser espontánea no significa que lo tenga que hacer, pero creo que algunas verdades, duelen, y es mejor callar.

En mi vida real voy un poco de dura, pero la verdad es que soy extremadamente sensible. Todo me hiere hasta lo más profundo. Una palabra fuera de tono, el más leve desprecio y… tengo que poner una cara de “no me importa” para que los demás no noten que en realidad me molesta.

No puedo disimular, de verdad que me cuesta horrores tener que hacerlo. También el halagar a una persona si no lo siento. Por lo general todo lo que digo, me sale del alma.

2) ¿Alguien ha sido capaz de sacar de ti una personalidad desconocida (para bien o para mal)?¿Un héroe/heroína?¿un energúmeno?
Sí, Sam. Logró sacar lo mejor y lo peor de mí. Pudo con mi muro y fui la chica más sensible a su lado. Y también motivó una faceta que pensé que nunca la iba a ver en mi. Aunque dicen que de nada sirve arrepentirse de cosas pasadas, yo sí me arrepiento de algunas, y si pudiera, las cambiaría.

Soy muy natural… siempre me muestro tal cual soy por l oque no hay nadie más que haya sacado algo oculto para mis ojos. Me conozco algo bien ya, pero sí puedo decir que ciertas personas tienen la capacidad de hacerme perder la voluntad y aunque a veces me gusta, que una virgo como yo pierda el control… al final me pasa factura.

3) ¿Por quién te cambiarías por un día?
Por Ojos tristes. Me encantaría saber muchas cosas de él. Enterarme bien bien qué es lo que piensa. Conocer sus recuerdos de niño, algunos pensamientos, ver cómo observa todo lo que le rodea… No lo sé, creo que se lo tiene que pasar genial, siempre me lo ha parecido.

También me cambiaría por mi madre, que la cabrita creo que me oculta algo y no me lo quiere decir jajajajaja.

Yo paso de cambiarme por Bush o alguno de estos. Para un día que tengo, dudo mucho de que pudiera cambiar el rumbo de las cosas (aunque a veces tu vida cambia con tan solo unas palabras dichas en el preciso momento).

Creo que también me cambiaría por mi abuela. Pasear por toda su vida, que me parece tan intensa y llena de momentos. Así podría entender mejor algunas de sus cosas.

4) ¿Cuándo te ves en algún video casero, te gusta cómo eres?
Me odio, os lo prometo. No me gusto nada. Se me ve cortada y deseando que pase la cámara. Lo típico de “decid algo” y la respuesta “¿y qué decimos?” jajajaja.

¿¿¿Y mi voz??? Siempre que vemos un video, la verdad es que nos partimos de risa, porque yo empiezo a decir que no sé cómo me aguantan con esa voz tan espantosa que tengo. Aunque la verdad es que tampoco está mal, mi madre cuando me oye decir estas cosas me dice que ofendo a Dios, pero es que a mi me suena rara porque yo, desde mi interior la escucho de otra manera.

¿Te caes bien?¿eres como realmente crees?
La verdad es que tengo tan pocas cosas grabadas que no me he planteado si me gusto o no. Hay un mini video que me sacaron pensando yo que me iban a hacer una foto –era una cámara digital-. Está gracioso porque estaba tan cerca que le dije que se alejara, que me iba a sacar con cara de pan (jajajaja que mal me vendo, me estoy dando cuenta) y me puse a hacer caras raras. Y claro, como luego no fue foto, ese video se ha quedado para la posteridad.

Sin embargo, en el fondo soy creidilla y me adoro, jajajajaja.

5) ¿Te engañas a ti mismo?¿Te das cuenta de ello?
Claro que me engaño, pero además, ahora que lo pienso, todos los días. Me doy cuenta también, pero a veces una mentirijilla piadosa, me ayuda.

Consejos

Consejos

- ¿Y por qué no colgaste?
- No podía. Porque creía todo lo que me estaba diciendo. A veces lo creo, ya sabes. Que no sirvo para nada ni como persona ni como artista. Y era como si me hablase la voz de mi conciencia, de mi peor conciencia, de mi conciencia más negra, de esa que menos me quiere, la parte más oscura de mi misma, y yo le dejaba hablar y no le decía nada. Y lo curioso es que él no paraba. No sé de dónde sacaba tanto carrete, era como un río de palabras; le salían a borbotones, casi atropellándose las unas con las otras. Estuvo hablando como una media hora y lo peor no eran las palabras, era el tono, ese tono agresivo con el en que hablaba, más amenazador que lo que decía. Y de repente me pareció clarísimo que ni vida no tenía ningún sentido. No saber cómo me dolía todo, el corazón, la cabeza, los oídos; sentía las palpitaciones de la sangre en las sienes, me dolía pensar, o saber, que él tenía razón.

La gente que me rodea dice que doy buenos consejos, y que se sienten aliviados cuando les pasa algo y me lo cuentan. Creo que debe ser por la atención que les presto, los escucho y les dejo hablar para que se desahoguen conmigo.

Lo que más me extraña es cómo siguen al pie de la letra lo que les digo. Debe ser que suena convincente, tanto, que terminan por creerme.

Esto me pasa sobre todo, cuando el tema es sentimental, ya os lo habréis imaginado...

Ahora... cuando el problema lo tengo yo, mis consejos no me sirven para nada. A veces salta mi parte racional y me digo las mismas cosas que al resto, porque lo pienso objetivamente. Sin embargo, me conozco de sobra, y cuando algo ataña a mi corazón, me resulta imposible actuar en contra de él, de mis sentimientos.

Si fuese otra persona y no yo la que siente algo por Ojos tristes, pondría el grito en el cielo y haría lo imposible para que las cosas cambiaran. Le haría entrar en razón recordándole todos los puntos negativos que tiene además de ser cosas que van contra mi manera de pensar...

No sé... sólo estoy segura de que aplicarme el cuento me cuesta mucho.

El texto lo he sacado de ese libro de Lucía Etxebarría. Podría haberlo dejado en las tres primeras frases, que es el fin y al cabo de lo que iba a hablar, pero el resto me ha parecido... espeluznante. No dejéis que nadie os minimice de esa forma ¡jamás! Quien os quiera, sabrá deciros con las palabras adecuadas vuestros fallos, y os ayudará a cambiar o a rectificar si es necesario.

Un beso, el artículo de hoy no me encanta, pero aunque me empeñe, nadie puede ser perfecto.

El teatro de los sueños

El teatro de los sueños

A finales de mayo mi hermana actuó con su grupo de teatro. La verdad es que me quedé helada con la representación que hizo.

Ese día llegué antes de tiempo al centro cultural y cogí buen sitio para verlo todo de cerca, no quería perderme detalle. Y cuando se abrió el telón también se abrieron con él todos mis sentidos. Empecé a entusiasmarme y me puse un ratito a soñar. Me imaginaba a mi misma en el centro del escenario, representando la más bonita escena de amor que se hubiera hecho nunca. Representaría una mujer de carácter, eso seguro, pero con dudas y temores –que al fin y al cabo es lo que tenemos todas-. Y cuánto más me metía en mi papel, más a gusto me encontraba, y más dejaba volar mi imaginación.

Al momento, comenzó la función. Aparecieron en escena los primeros actores y me sorprendió la sensación que tenía de haber echado de menos las butacas de un teatro...

La obra tenía una buena parte cómica, y nos estuvimos riendo mucho. Todos los espectadores nos conocíamos, éramos gente del barrio y cuando algún actor nuevo aparecía en el escenario, se oía el rumor de la gente “que es fulanito, ¡que es fulanito! mira cómo va” y sonido de muchas risas.

Llegó el turno de Luna. En casa, cuando ensayaba, por los nervios, decía su papel muy rápido. Mi madre estaba sufriendo para que todo saliera bien. Yo, apoyé la cabeza en mi mano derecha y la observaba atenta con la certeza de que lo iba a hacer genial.
Sinceramente, me quedé sin palabras. Supo llenar el escenario con su presencia. No falló nada... el tono de voz, la entonación, sus gestos... Hubo un momento en el que tras decir una de sus frases se esperaban risas, y ¡claro que llegaron! Ella echó una mirada al público y nos metió a todos en el bolsillo. Qué guapa la vi en ese momento.

Cuando la obra acabó, se notaba que nos había atrapado a todos. Mi hermana fue felicitada por muchas personas que se acercaban sólo a darle un beso. Pero ahora os digo un secreto.... Luna lo hizo genial, para mi la mejor, pero no sé qué me pasó con la actriz que hacía de criada que me encantó. Me hizo reír mucho con sus andares y su tono de voz. Creo que dio mucha vida a la función.

A los pocos días, llegaba a casa de la universidad, y vi a una señora mayor sentada en un banco del parque que me pilla de camino. Enseguida me di cuenta de que era la criada. Me pareció que estaba muy triste, no sé, o tal vez pensativa. El día de la representación no pude acercarme a felicitarla, y pensé que aquel era un buen momento. Así que, con paso decidido me puse delante de ella y le dije “hola, usted es Buenapersona, ¿verdad? Yo soy kamala, hermana de Luna”. Me saludó y a partir de ahí nos pusimos a charlar. Le dije todo lo que me había gustado su papel y lo bien que me lo había hecho pasar. Ella se animó al instante, y ya no dejó de contarme cosas, de su vida privada, de todo lo que hacía, su familia, hijos... Cuando se lo conté a Luna al llegar a casa, me dijo que Buenapersona me había contado en cuarenta minutos lo que a ella le había costado ¡siete meses!

Después de ese tiempo, me despedí de ella y la dejé sentadita en el banco hasta que diera la hora de irse para casa. Yo tenía aún muchas cosas que estudiar, y me iba pensando en la manera tan tonta que tengo siempre de liarme con las cosas y perder el tiempo. ¿Sabéis qué más? Que ahora no me acuerdo de la asignatura que tenía que estudiar, pero no se me olvida el cambio que dio la cara de Buenapersona de tristeza al principio a su sonrisa del final. Y mientras me marchaba nerviosa por lo tarde que se me había hecho, iba pensando que... no sé a quién... de las dos... le hizo más falta aquella conversación...

No os penséis que me voy sin daros un beso...

De vacaciones

Bueno hoy es el último día de julio que escribiré aquí, me marcho de vacaciones. Ay qué ganitas tengo…

Esta mañana he amanecido agitada, tengo muchísimas cosas que hacer. Ayer me acosté tarde despidiéndome de unos amigos y me ha tocado madrugar para traer unos papeles a la universidad –uy qué raro yo contando mi día, ¿no?-. Después comeré fuera (más despedidas) y luego toca maleta y los besos a la familia.

No quería irme sin daros las gracias por vuestras palabras. Os habéis metido en muy poco tiempo en mi vida, y os tengo presentes, por eso sé que os echaré de menos. Pero no me voy a poner triste, vuelvo enseguida y necesito recuperar fuerzas. A ver si el sol del mediterráneo se me pega algo y lo recupero para mi vida…

De Ojos tristes no sé si me podré despedir como realmente me gustaría. Al final no hemos dejado de hablar desde el día ese que en el que os hablé de él por primera vez. El mes y medio viene ahora, en cuanto yo me marche. Sólo pensar que a la vuelta no habrá nada, me asaltan muchísimas cosas a la cabeza, empezando por decirle que lo olvide todo, que espero verle de nuevo, que no me haga caso y que estaré para él como siempre. Pero no sé si es lo mejor. A ver qué me sucede, qué cambia en mí durante este verano. Estoy muy cansada de todo…

El otro día nos despedimos así:
Te quiero mucho kamala.
Yo a ti te quiero más.
No digas eso, di que tal vez, de otra manera.
¿Tal vez?
Ese tal vez, tiene sentido… pero bueno… me tengo que ir…
…………….. (aquí, preferí callarme).

Qué tristes son las despedidas. Por lo general me suelen gustar, porque nos ponemos más cariñosos… Pero hoy, la que he tenido con Ojos tristes… no me ha gustado nada… Hemos estado hablando de cosas… un poco banales. No espero que cada conversación sea la mejor de mi vida, pero… no sé, era quizá la última y… bueno, puede que él lo haya hecho aposta (a propósito) y haya querido sacar un tema neutro que no nos recuerde que no nos veremos en mucho tiempo. Un día le dije que me asombraban los chicos que aún en la distancia no eran capaces de olvidar ningún detalle y que a mi me costaba mucho retener las cosas, y que con el tiempo, los sentimientos se diluían... Él me dijo que eso podía ocurrir, pero que él, se quedaba con todo, sobre todo cuando la relación había sido tan intensa como la nuestra, de complicidades, risas, comentarios... Ahora yo… me tengo que callar, porque me llevo todo de él. (Me encanta llamarle él, esa palabrita cobra significado completo a su lado).

Decía que no me ha gustado la despedida porque no sé qué pasará después de este tiempo, y porque sé que te le voy a echar terriblemente de menos… Ay si le conocierais, estarías todas loquitas por él.

Estoy tontísima, lo sé, y este post no tiene nada que ver con lo que tenía pensado escribir esta mañana ni ayer ni antes de ayer cuando sabía que tenía que deciros adiós… pero es lo que me ha salido, y fiel a mi forma de escribir, colgaré el post. Parece que no estoy contenta con la idea de marcharme, pero no es cierto, tengo ganas de desconectar, pensar con claridad, dejar que el mar me abrace y me congele por fuera hasta que llegue a lo que me quema por dentro. Pero si ahora me preguntáis que qué es lo que más me gustaría, os contesto que ojalá me fuera con él. Pero aunque sea a un parque… es que no me importaría, en serio… (Ay madre… ¡estoy fatal!).

Ahora escuchadme, que ya me callo… seguid escribiendo, que ya me pondré al día con vuestros blogs. Sed felices, aprovechad el tiempo, sonreíd, poneos morenitos, reíros de vosotros mismos, echadme de menos jeje, y no lloréis a no ser que sea de alegría.
Cuidaos mucho. Un beso.

Ya estoy aquíiiii...

Ya estoy aquíiiii...

¡¡¡Ya estoy en Madrid!!! Uy, mucha exclamación me parece que he puesto yo... porque la verdad es que muchas ganas no tenía de volver.

Me lo he pasado muy bien, mejor de lo que esperaba. Han sido unos días llenos de risas, he estado en la playita, me he puesto morena y... también he engordado algo. Madre mía, puff, si es que... claro, que si cervecita, que si pipas, que si comer y cenar fuera, que si... Pero da igual, ahora tengo que estudiar, y con eso se me quita el hambre, lo tengo comprobado.

Han sido quince días moviditos, lo único malo fue que tenía muchas ganas de hacer una inmersión en el mar, pero al final no pudo ser. El profesor había dejado de realizar inmersiones de prueba y lo hacía como favor –mi tía está en su club- y sólo podía un día específico, pero ya habíamos planeado ir a Javea, y... me quedé con las ganas. Para otro momento será, pero me dio mucha rabia, la verdad.

No he leído mucho, siempre estaba acompañada y no sé qué me pasa con el libro de “De todo lo visible y lo invisible” de Lucía Etxebarría que soy incapaz de leerlo. Es que no me atrapa nada. Creo que es por el protagonista, que le he cogido un poco de manía. Por eso tampoco he hecho nada por estar un rato sola leyendo.

He hablado mucho con cabecita loca. He decidido ponerla nombre por si acaso algún día aparece otra vez por mi blog. Es mi tía la pequeña, nos llevamos muy bien, y podemos hablar de todo (o de casi todo, conoce mi nick, pero espero que nunca le de por buscarme en la red, me encontraría rápido y hay cosas que prefiero que no lea).

No sé si os he dicho alguna vez que mi fuerza de voluntad es pésima. Mira que quería darme un tiempo con Ojos Tristes para ver qué pasaba pero... nada, caí como una campeona. Fui algunos días a un ciber para charlar un poquito con él. Es que... aunque estaba genial y riéndome todo el tiempo con Luna, siempre sentía que me faltaba algo. Estaba cada día más convencida de que debíamos dejar de hablar, pero me resistía a no ir a verle. Si es que también le pierdo como amigo... y a mi me encanta contarle mis cosas.

Uno de los días que entré, ví a Galiana (un besito desde aquí, que sé que ya estás de vacaciones) y leí uno de los post de Su . Iba sobre alguien que le fue imprescindible. Jolín, qué casualidad leer justo ese post. El único que leo y tiene que ir sobre este tema, de verdad... Pues sí, me dio qué pensar... Nadie es imprescindible para mi vida, pero yo me empeño en que no es así.

Tenía miles de cosas que contar pero ahora no me acuerdo muy bien. Me está quedando un artículo de lo más sosón, pero bueno ya mejoraré. Quería deciros que he tenido tiempo para acordarme de todos vosotros y me da penilla que estéis de vacaciones algunos. Me tengo que poner al día con vuestros blogs. Nos vemos por allí.

Un beso.

Inventario de las cosas que me gustan

Inventario de las cosas que me gustan

Me gusta... compartir un paraguas, reírme sin saber porqué, ver los sobrecitos de mi messenger, recibir emails, que sepan qué estoy pensando, cantar, los trenes, las despedidas, los relojes, las risas de los niños, las manos, leer, Lucía Etxebarría, pasear, mis ojos llorosos, el olor a gel de baño, la gente educada, los hombres sentimentales, y los nostálgicos, los románticos, y los de ojos tristes. Las mujeres con carácter, mi madre, mi nombre, observar, retroceder en mi camino sólo por olor la flor de un árbol, leer inspiraciones en voz alta, hablar, pasar de las lágrimas a las risas, llegar a un País, Rainbow, las galletas, pararme a pensar, sonreír al recordar, que mis ojos brillen, ser expresiva al hablar. Estar muy cansada y reírme sin parar. Me gustan todas las risas que no suenan a falsedad. Me gusta esa foto. Mirar a los ojos de la gente cuando les da el sol de frente, ver filtrarse los rayos bajo el mar, que me piquen los ojos y la sal me tense la cara y me cubra las pestañas. La bondad de la gente mayor, las miradas perdidas, las noches de verano, que jueguen conmigo en el mar. Me encantan las personas que saben que todo lo que hago tiene un motivo, y aquellas que se preocupan por encontrarlo. Luna. Los gruñones de buen corazón, que me acaricien la cara cuando lloro, las conversaciones hasta las cinco de la madrugada sin ganas de irme... Los planetas, las estrellas, la luna y el sol. Decir mi poesía favorita en castellano y gallego, aprenderme cosas de memoria. Todas las miradas. Poner el posesivo “mi” cuando alguien me gusta. Que me cuenten cuentos e historias de amor. Los hombres inteligentes, los tontos de buen corazón, los que van de bobos pero que en realidad son muy listos, los libros, la gente que hace lo que quiere sin pensar en el qué dirán, los ingleses, los pelirrojos, la música del comienzo de las películas, conocer la letra de los demás, que me acaricien la nuca, acariciar la de la otra persona. Tener un importante. La gente natural y la gente sin complejos, los que son feos y se adoran igualmente, las mujeres con sentido del humor, cantar a pleno pulmón, al oído bajito, a dos voces. Que una voz me llegue. Me gusta gustar. Que cumplan las promesas, la gente que pide perdón cuando se equivoca. Acostarme tarde haciendo nada, o leyendo, o hablando, o escribiendo. Escuchar, que me escuchen, sentir que el mar me abraza, notar que el sol me quema, que me digan que me quieren y que me echen de menos cuando no estoy, la gente sin pelos en la lengua, los chicos que me dan caprichos, las tonterías de los adolescentes, las personas que lo hacen todo por amor, estar concentrada, reír mientras abrazo a una persona que hace tiempo que no veo, inspirarme, que me inspiren. Los besos me gustan de todas las clases, en los labios, en el cuello, en la frente, en la cara, en sueños... Recordar, que me recuerden, tropezar con mi mirada en un escaparate y ver que estoy sonriendo, la sopa ardiendo, aprender, la sangría, que los mayores me cuenten la historia de su vida, los blogeros, viajar, ver fotos antiguas, las fotos en blanco y negro, su foto. Las manifestaciones de amor, soñar despierta, la gente profunda, la química en general y la química que siento con alguien en particular, guardar recuerdos de mis historias de amor, dar de comer pipas a las palomas, las palabras amables dichas sin interés. Mis caricias favoritas, esas en las que me calma con besos y me retira suavemente, peinándome, el pelo de la cara para ver bien mis ojos. Que me abracen por la espalda, las personas entrañables, mi rebeldía, ser muy caprichosa, cabezota y encantadora... El olor a tierra mojada, Madrid, Madrid, y sus calles, y sus gentes, mis amigos. Alicante, estar sola, las confesiones. Lo que no se quiere decir pero que ya se está diciendo. Sus “no me pasa nada” cargados de total sinceridad y sentimientos. Y llenos de verdades y palabras salidas del alma. Las personas cariñosas, la complicidad del silencio, las miradas que me dicen todo, el orden, el despiste, los cumpleaños. Que me enamoren y enamorarme. Que sea recíproco. Que confunda un te quiero con un te amo y que no se preocupe por deshacer el malentendido. Me gusta que esté en mi vida.